Víctor, del canal Music Radar Clan, tiene un video muy chingón sobre la historia del shoegaze, género que estaba en medio del auge de los géneros grunge y british pop. En él explica la “denominación” del shoegaze y analiza cómo este ha sido uno de los movimientos más “infravalorados” dentro de la historia de la música a finales de los 80s. También tiene otro videíllo donde intenta definir la "separación" entre el shoegaze y el dreampop. Si mal no recuerdo, yo vi estos videos para inspirarme y orientarme en mis clases relacionadas con docencia. Quería explicar estos pedos a manera de clase muestra para mis compañeros, y nunca llegué a hacerlo por puto huevón de no ir a las pinches clases. Tenía hasta la planeación, la presentación en PP, una playlist en Spotify bien hechecita y todo el pedo.
A pesar de esto, yo seguí interesado por el shoegaze y al final me fui acercando un poquito más a varias bandas "teóricamente" pioneras del género. Creo que cuando hablamos de My Bloody Valentine o Slowdive tendemos a limitarlas y clasificarlas como bandas para épocas de emo en la secundaria; pero nadie, o al menos los consumidores periódicos de esta música, se pone a pensar en cuánta precisión hay en el shoegaze y cómo éstas mismas bandas lograron crear un movimiento lleno de vida, con amor al reverb y al ruido que ha evolucionado hasta nuestros días. Creo que no importa si sigues en la secundaria o ya vas terminando la carrera o te vuelves un ruco; el shoegaze siempre será un género que nos lleva al descanso, a la furia y al misticismo de la creación artística. Tan sólo hay que ver la más reciente sesión KEXP de Slowdive para comprobar que siempre se puede seguir en estos rollos. Supongo que al final las cosas se van hilando, como en la vida misma.
Me gusta creer que existen coincidencias que nos van mutando y al final nos dejan ver y aprender cosas nuevas. Así me pasó con esta mierda del shoegaze. Surfeando entre canales, bandas de Bandcamp y un chingo de recomendaciones de amigos y desconocidos en la red, fue como llegué a Tokyo Shoegazer. Qué puta bandota tenemos frente a nosotros cuando nos la topamos por primera vez. Y no es ninguna banda desconocida: Tokyo Shoegazer es uno de los pesos pesados de la escena shoegaze de Japón. Qué pinche delicia es escucharlos con esas cantatas suaves, melifluas y penetrantes en idioma japonés, además de un estilo que me recuerda a las rolas más macizas del Loveless de los Bloody. Digo, no por nada ellos encabezan y coverean la Only Shallows en el tributo japonés del Loveless: Yellow Loveless (2013). También podría agregar que la versión coreana, Blue Loveless, está increíble. Junto con Lemon´s Chair, Tokyo Shoegazer es de mis bandas favoritas de la escena japonesa dentro de este género. Los Tokyo son una banda que retoma lo mejor del género y nos entrega su propia versión del mismo: guitarrazos estruendosos, bajos martilleantes, una batería en el fondo y una voz que se pierde en el horizonte. No sólo son enérgicos; saben cuándo es momento de crear ambientes, además de cuándo es tiempo de descontrolarse para después volver a la sutileza en un rollo shoegaze/post-rock.
Y podríamos pensar que no hay mucha escena de shoegaze en el país del sol naciente, pero estaríamos muy equivocados. Tokyo Shoegazer es el padre de un chingo de bandas que se unen a este género para demostrarnos que realmente hay una gran propuesta escondida por los rincones oscuros de la red y el mercado habitual. No por nada el Yellow Loveless incluye a bandotas como los propios Lemon´s Chair, GOATBED, Shonen Knife, Age of Punk, Boris (que también ya son un monstruo dentro de la escena internacional), Shinobu Narita y The Sodom Proyect. Escuchar este LP tributo es una experiencia muy grande si te gusta My Bloody Valentine, sobre todo, y también si te late este rollo de las diferentes ramas e inspiraciones que puede crear un género para nutrirse a sí mismo. Hay algunas versiones electrónicas que también dan una nueva visión de los Bloody que me encantaron.
Y no sólo tenemos a este LP cover para defender la escena japonesa. Gracias al canal de YouTube Asian Shoegaze, al que le mando un saludote (si es que algún día ve esto) y una felicitación por toda la chamba de aaaaños, es que podemos tener un acervo cultural de material no-comercial e inédito de grandes bantodas del shoegaze, dream pop y post-rock de Japón. Neta, tienen que darse una pasada por este canal, porque es un universo enorme de música que ni siquiera encuentras en Bandcamp o Spotify.
Ya hablando más de la banda, lo único que me entristece de los Tokyo Shoegazer es su corto periodo de vida activa. La banda se formó en 2010, sacaron varios LPs, incluyendo su colaboración en el Yellow Loveless, y después se desvanecieron. No es hasta el año pasado que la banda volvería a retomar su proyecto con un EP de cuatro rolitas titulado Gyouninnzaka for Four Seassons (2019). Digo que me entristece porque realmente era una banda que tenía buen material, buen sonido y quizás una buena energía para no interrumpir el proyecto por varios años. Es de esos nudos emocionales como cuando acaba una peli o una serie y quieres más y más porque realmente está bueno el rollo. La banda inicia su discografía extensa con el LP Crystallize en el 2011 y finaliza con Turnaround en el 2013. Estos dos LPs son obras maestras que reflejan toda la evolución de la banda japonesa en sus niveles estratosféricos. Me gusta mucho la portada del Turnaround porque muestra una imagen a blanco y negro del bosque Aokigahara, que, para quien no lo sepa, es famosillo por ser el bosque japonés de los suicidios. Los dos álbumes tienen rolitas muy cabronas, mezclando esta onda del post-rock con ambientes y acordes densos provenientes del shoegaze: Tasogare Perspective, Jack And Gill y Fragments son mis favoritas en estos dos materiales y deben escucharlas para saber de qué chingaos estoy hablando.
Estos dos LPs me encantan y los escucho esporádicamente y sin remordimientos. Sin embargo, hay dos producciones en un punto medio de la vida de la banda que me gustaría resaltar: el split con Lemon´s Chair llamado Japan Shoegazer As Only One y un LP del 2011 llamado Crystallize. A la madre, qué buenas rolas se avientan aquí los Tokyo Shoegazer. Para mí son lo mejor de la banda, sin menospreciar el trabajo que tienen los dos EPs que mencioné antes y el más reciente. Esta es una etapa experimental, madura y agresiva de los Tokyo, además que tiene rolas para todas las ocasiones y todos los ánimos.
Para empezar, el split con Lemon´s Chair tiene una vibra de emociones muy cabrona. Sólo son cuatro rolitas, dos por cada banda, y neta que con eso quedas lleno y satisfecho. Primero empieza Tokyo Shoegazer y después se van rolando una y una. Awake, la rolita que inaugura el split, es una cosa deliciosa y muy enérgica; comienza muy post-rock, con guitarrazos profundos, un bajo tajante y una batería enérgica, y evoluciona paulatinamente hacia momentos de reverb. Awake nos enseña cómo la banda domina ambos géneros, aunque yo diría que predomina más el post-rock. Después sigue Lemon´s Chair con Blauer, y qué rolita tan emocionante. Luego luego notas la diferencia; Blauer es sutil, profunda y melancólica a su manera: dos guitarras comienzan a unirse en lo profundo, mientras una batería nos lleva el ritmo de la marea. Pareciera un registro infinito de notas y arreglos que van y vienen sin interrumpirse. Es muy tranquila a comparación de Awake, pero Tokyo Shoegaze se iguala en este aspecto con Silent Roar: hay más estruendo, una vibración que también nos va acercando poco a poco a la nostalgia. Ahora sí, viene lo mejor del sheogaze de la banda. El post-rock se queda guardado en el cajón y nos llegan las guitarras llenas de reverb en una melodía tranquila. Es, hasta cierto punto, romántica; me viene a la mente esa emoción mientras hacemos el recorrido de la rola. Y para terminar este split con delicadeza, Lemon´s Chair nos presenta Jubilee: un rollo más acústico en su concepción, pero con toda la emoción y el spleen para crear un ambiente muy depresivo y emotivo.
Cada que escucho este split me pongo tenso y me dan ganas de hacerle un clip con lluvia, relámpagos y un mar de fondo. Es emocionante y templado, como un acto natural que nos deja conocer las dos caras de una moneda. Creo que Japan Shoegazer As Only One es una de las mejores recompensas para llegar a casa después de un día ajetreado. No por nada tenemos a las dos bandas líder en este rollo de la escena shoegaze japonesa chambeándole en este material.
Crystallize tampoco se queda atrás en este rollo. Si el split ya les latió, ahora con este LP van a quedar erizos. El material se aleja un poquito del rollo post-rock de la banda y se va directito al shoegaze y al ambient más denso, macizo y maduro. Para empezar, me encanta la portada de este LP: un gatito rayado en medio de un chingo de pedales de diferentes efectos. Ya la vieron antes de entrar a esta recomendación; es una portada tan colorida, tan dulce a su manera, que es imposible resistirnos a la curiosidad de saber qué es lo que tiene en el fondo. Y ya cuando comienzas la reproducción te da la pálida; qué más podrías esperar de una banda de shoegaze. Los Tokyo Shoegazer no pudieron empezar mejor que con 299 Addiction: es una carta de presentación que se va de jalón al ruido, a la furia (qué buena, Faulkner) y a decirnos: “Aquí te vamos, hijo de la chingada”. El bajo es una cosa preciosa con toda su energía, y de las guitarras y la batería ni hablamos: ya sabemos que es distorsión y magia garantizada. El slam en esta rola debió de ser una cosa catártica. 299 Addiction nunca se detiene y es diversión en el estado más primigenio. Así nos dan una probadita de todo lo que el Crystallize tiene para nosotros.
Después le siguen Just Alright y Bright, que en esencia son más tranquilitas. Just Alright sigue teniendo reminiscencias de la rola anterior, pero sí tiene un rollo más bailable; todavía tenemos esas guitarras poderosas, siendo un eco de la presentación del LP que se complementa con una lírica inmersiva. Es un pequeño descanso de toda la rabia que ya tuvimos previamente y también me pone muy de buenas. Bright ya es otra onda porque se mete a las raíces creativas del shoegaze. Es la rola que más me recuerda a la estética de My Bloody Valentine; no sé cómo describirlo, pero es muy de ese estilo de shoegaze. Es melosa y tiene una armonía de tranquilidad que se refuerza con una voz sutil y ligera. Es una balada muy chingona para escuchar en la tranquilidad de nuestro cuarto.
Luego viene Silent Lies, una rola que ya no es un descanso, sino un puente que une el LP. Yo diría que es una experimentación entre un ritmo martilleante en las guitarras, un bajo fantasmagórico, una batería mística y una voz omnisciente. También es ligerita, pero tiene un toque especial que nos lleva a pensar en un shoegaze-ambient que termina por desenfundar unos buenos reverb hacia el final de la rola. No sé como describirla, pero es hipnotizante y magnífica en su expresión.
Y después está mi rola favorita de todo el LP: Waltz Matilda. Nomás escuchando esta rola sería feliz. Tiene unos momentos tan significativos que me hacen apreciarla un montón. Waltz Matilda es una experiencia inolvidable que nos recordará los días nublados a través un recorrido que parece toda una vida. Es una rola que también me recuerda mucho a la construcción del Caballeros del Albedrío de Austin TV; comienza en un preludio inmersivo, con dos guitarras en paralelas que nos hablan en la nostalgia, una batería pseudo-jazz y un bajo mesurado; y de pronto se convierte en una pieza agresiva que tiene lo suyo. Con esta rolita ocurre la explosión y el desencadenamiento del Crystallize. Yo me imagino que Waltz Matilda está concebida como un acompañamiento; digo, no por nada es un vals. Pero tiene elementos tan crudos y apoteósicos que te hace explotar de un momento a otro. Es una música de fondo para grandes emociones y grandes decepciones. Explicarla es difícil; parece una marea de emociones que desembocan en olas gigantescas. Tienen que escucharla para saber qué trato de decir.
Después de esta rolota, el camino continúa con las dos últimas canciones del álbum: Free y Back To My Place. Son rolitas nada despreciables que se adecuan a las inmensidades del LP para hacernos, como los dice su propio nombre, partícipes del final del camino. Free es quizás la canción que más se acerca al post-rock dentro del material; los Tokyo descansan un momento, y literal es un momento, del reverb y las atmósferas nucleares para meterse a una experiencia de riffs y ritmos agradables. Hacia la mitad de la canción vuelve ese sonido característico de la banda, pero nada opaca ese estado positivo con el que ésta comienza; es una dulce probadita de la emoción espacial del post-rock en la banda. Back To My Place es el fin del LP, y con ello se nos ofrece un cálido florecer de ritmos. Esta canción se me figura al amanecer: es lenta y armoniosa, con casi nueve minutos, y nos acerca mucho más a un fondo de colores amarillentos donde nuestros oídos, simulando un paladar, han disfrutado toda la rabia y la nostalgia de las canciones anteriores. Es una canción que agradece quedarnos hasta el final: magnífica en todos los sentidos.
Tokyo Shoegazer es una banda que disfrutarán en múltiples niveles, definitivamente. Son agresivos, cálidos, nostálgicos y densos cuando deben serlo, y eso para mí es lo que le da a la banda su propia esencia: la exploración de sus posibilidades y la integridad de sí mismos para darnos a nosotros, los habitantes de un Aokigahara universal, un escape a todo el mundo exterior. Los Tokyo Shoegazer son expertos en su género, y son una banda a la que debemos retomarle el paso ahora que han resurgido de las sombras en el 2019 con un nuevo EP. Gracias a Asian Shoegaze es como podemos disfrutar de toda la discografía de esta banda en YouTube, y neta que es un recorrido que toda persona debería hacer al menos una vez en la vida como los buenos viajes de ácido. Ahora que lo pienso, ya sé qué debo hacer con este álbum.
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