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Foto del escritorEnrique Chávez

"Un Final Feliz" de Loiis: slowcore para los días post-mortem


No mamar. Desde que Loiis, banda de slowcore e indie de la Ciudad de México, estrenó su primera rola/sencillo, Ambición, por allá de mayo del 2019, supimos que iba a ser una bandota. Pocas veces se promociona y se anuncia repentinamente un proyecto que augure grandes (y neta grandes) magnitudes. Al menos en mi caso personal, pocas veces me había topado con este tipo de bandas mexas en años recientes. No es que no haya slowcore como tal o que no se encuentre ensimismado con algún sonido shoegaze, dreampop u otros géneros afines (de hecho, tenemos grandes bandas cercanas al género), pero debemos reconocer que el slowcore tiene otros tintes y otras formas de expresar su propio contenido y esencia. Vaya, el género de por sí debe mantener una base sólida en la presentación de un ritmo pasivo y enérgico a dos corrientes, y Loiis es netamente eso: slowcore en su estado más primigenio.



Y lo vuelvo a repetir, desde Ambición ya se veía que Loiis entraba a la escena mexicana independiente como un peso pesado dentro de su categoría. Esta rola fue un descubrimiento tan mediático, masivo y sincero que solamente pudo dar paso a la conformación de un grupillo de seguidores bien aferrados a esta nueva propuesta sonora dentro de la escena mexa. Tampoco olvidemos el apoyo de bandas hermanas al proyecto que también se han mostrado cálidas hacia lo que significa Loiis dentro de su propia música. Mauricio Avendaño, Linda Tan, Héctor Bravo y César Ortíz conforman una de las mejores manifestaciones del slowcore mexa, con algunos tintes agresivos o contemplativos de otras bandas macizas dentro del género como Low, Duster o Sprain (inclusive algo de No Somos Marineros) que vienen a fortalecer la idea general de la banda. Si les late el pedo de estas tres bandotas, Loiis ya los tiene bien ganados y asegurados dentro de su estética. A mi humilde opinión, la banda tiene un toque distinto a sus influencias a partir de la presentación de cada una de sus rolas y el mood general de su música, y claro que es justo celebrar cómo Loiis ha entrado en la mirada nacional desde estos aspectos que iré comentando.


Y ahora, en pleno tiempo de post-apocalipsis, la banda convierte nuestros días auto-depresivos y somnolientos en una ola de emociones relacionadas con la cotidianidad y la exploración subjetiva de nuestros más profundos pensamientos. Sí, hablamos de Un Final Feliz, el primer EP de Loiis que prometió ser una chingonería... ¡Y claro que lo fue! Sin exagerar, todo estuvo bien armado, producido y rodeado de una vibra muy especial como pocas veces. De nueva cuenta, el buen David Lemus de El Shirota entra en la producción y mezcla de este EP, mientras que Harris Newman realiza la masterización, logrando un álbum repleto de momentos de desgarro, perspectiva y situaciones de la vida periférica que le quedan muy bien a este slowcore mexa. Un Final Feliz me parece uno de los mejores álbumes que se han lanzado dentro de estos meses de desesperación y declive emocional a partir de la mano de Devil In The Woods, y algo de eso se representa en el propio álbum.



Loiis nos presenta un slowcore decadente, con varios momentos de nostalgia lírica que contrastan de gran forma con una progresión de guitarras susurrantes o profundas, una batería limpia y constante, y un bajo situado en la periferia del encuentro sonoro, pero que no deja de mostrar una intensidad furtiva que resulta apasionante. Loiis es una de esas bandas que se disfruta en diversos paisajes porque no sólo encontramos una transición común de la lentitud hacia los rasgueos poderosos, sino que todo se desarrolla desde un camino natural y simbólico al determinar varias estructuras sonoras que nos llevan de la penitencia al desgarro más caótico. La estética de Un Final Feliz también recae en la bipolaridad de conceptos y arreglos musicales, donde la lírica adquiere mayor potencia en relación a los diferentes sonidos que nos iremos topando a lo largo de este trip melancólico y apasionante; aunque esta misma situación puede invertirse, incluyendo elementos como el silencio o lo oculto para delimitar el panorama de cada rola. Algo muy vergas de este tipo de géneros es precisamente eso, lograr un ambiente sad con toques sutiles, en donde el instinto te mete en diferentes situaciones a partir de convulsiones, ritmos lentos o agresiones.


Un Final Feliz nos muestra varias facetas de Loiis a partir de un punto en concreto: la percepción subjetiva o la consciencia del yo. De esto se desprenden las seis rolas que conforman este EP: Ángel, Ambición, Hiperlineal, Los Años, Lluvia y No Me Acuerdo, que mantienen una correlación mediante la voz lírica, pero que son joyitas individuales por donde quieran verlas (o escucharlas). Algo que me encanta de este EP es, en definitiva, su duración. Las rolas se toman su tiempo, logrando que nos topemos con momentos de tristeza y de hastío que buscan su propia manera de expresarse en medio de la densidad o la lentitud. Tienen que darle su tiempo a cada rola, y eso se manifiesta en sus constantes 10 minutos que tienen algunas de ellas. Además, la voz que utilizan es íntima y describe la constante evolución de los estados de ánimo, el recuerdo y el paisaje conceptual de la vida misma. Aunado a esto, el álbum también viene acompañado con pequeños "mini-documentales" concebidos por César Ortíz López y Priscila Santiago, que para mí funcionan como una experiencia muy gratificante que complementa la idea general de este álbum y también la esencia de la banda en este pedo del slowcore. Recomendadísimo viajar en los recuerdos de pandemia con estos videos.



Diría que Un Final Feliz tiene dos grupos (o estéticas) principales en las que podemos clasificar las canciones. Ángel, Ambición, Hiperlineal y Los Años son rolas que muestran momentos de tensión sonora, pero que siempre están centradas en la pausa como forma de evocación. Se toman su tiempo para despegar y para permanecer a flote mediante sonidos más densos y penetrantes, dando como resultado un slowcore bien delicioso, punzante y melifluo. Como contrapunto, Lluvia le hace justicia a su nombre y comienza más dinámica, creando un ambiente invasivo que remata con una distorsión muy chingona que te deja noqueado. No Me Acuerdo complementa ambas perspectivas, siendo un gran ejemplo de la conversión de los diversos momentos en el rollo estético de Loiis y concluyendo el álbum con una nota alta. Tengo especial afecto por Ambición e Hiperlineal porque son las primeras rolas liberadas de la banda y también las que escuché por un chingo de rato antes de la salida de este EP, pero la neta es que la banda se rifa en cada rolilla. Los ruidos crudos o los sentimientos de felicidad cumplen el objetivo de brindarnos un final feliz y esperanzador, mientras que todo el camino ha sido un viaje introspectivo y paciente.


La lírica de Loiis también es una cosa muy bien lograda, siendo casi (muy cerquita) una lectura poética bien añadida al contacto lento de las rolas. Verguísimas en este apartado. Tan sólo tienen que darle una leída a la letra de Ambición o de Los Años: "Cambié de código postal / Después de un mes de no dormir / Y tuve que salir / Al descubrir que hay ruido también aquí / En el libro que te regalé / Hay algo que escribí / Y si te vuelvo a ver te lo pido / Para ver qué fue lo que olvidé que olvidé"; "Ya no tengo edad para empezar otra vez / Los años me acotan como un verso / Quienes sólo supe apreciar con mi silencio / son las notas al pie de página en el texto / Como pasar a toda velocidad / La casa de alguien que ya no está / O la de tu primer amor / Reflejo en el retrovisor / Te entrego lo que fui, / mis CD’s y mi diccionario". La lírica no está centrada en mostrarnos las grandes metáforas, aunque se haga alusiones a ellas. La creación lírica de Loiis se centra en los actos cotidianos donde la melancolía, la reflexión y el paisaje íntimo encuentran un punto de expresión dinámico, con esos toques de memoria y soledad que quedan muy chingones en la progresión de momentos sonoros tranquilos o ásperos.



La verdad es que las rolas de Loiis tienen una esencia que es difícil de expresar en palabras, así que lo más conveniente sería que se topen un poquito con este EP para que entiendan de qué estoy hablando. Ya he mencionado que Un Final Feliz también salió con varios videillos para cada rola, y me parece que empezar por ahí es lo mejor para conocer cómo el slowcore de la banda nos habla sobre ciertas cuestiones de la vida común y la melancolía de sentirnos solos o arrumbados ahora en esta post-pandemia. Nada mejor que gatitos, un celular estrellado, la calle, un cuarto solitario o una que otra escena medio extraordinaria como una fogata en el tejado para explorar la esencia de Loiis y sus rasgueos inesperados de esta cuarentena post-mortem. Si gustan de pensar en sus propias mierdas mientras se chutan una que otra rola sad al final de un día ajetreado y mientras la lluvia de verano sacude la tranquilidad de sus cuerpos, Loiis les va a encantar. Dense denso con una de las mejores manifestaciones del slowcore en la escena independiente aquí en México.



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