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Darla Abad

Un Anticristo es la solución: Rosemary's Baby (1968)




Hoy en día hablar de sectas satánicas o grupos que mantienen cultos secretos extraños es complicado para los longevos misterios de la humanidad. Sin embargo, resultan interesantes para las personas que gozamos y disfrutamos de darnos uno que otro susto al mismo tiempo que llegamos a un soporte terrorífico mental, mismo que nos guía a ser los nuevos miembros de Misterio a la orden montados en una troca hippie.



Vamos pues, Rosemary 's baby (1968), movie ganadora de un divorcio (el de Mia Farrow y Frank Sinatra), dos Óscar (el de Polanski por mejor guion adaptado y el de Gordon a mejor actriz de reparto), entre otras maldiciones fatales en producción, es una de esas películas que ya ha pasado a la historia como una de las mejores leches de cabra. Para entonces, la ingeniosa cabra fue el entonces desconocido director polaco-francés Román Polanski (Repulsión [1965], La danza de los vampiros [1967] y Macbeth [1971]) acompañado de su rebaño: producción por William Castle Productions, musicalizados al son de Krzysztof Komeda e instruidos con la obra homónima del escritor estadounidense Ira Levin de 1967. Curioso es saber que hubo una especie de secuela titulada por el autor El hijo de Rosemary (1997), la cual sigue el legado de este enigma sesentero anticristiano.



«Querida, te eligió a ti entre todas las mujeres del mundo para ser la madre de su único hijo.»

El argumento casi se puede predecir desde el nombre de la película: habrá un bebé, aunque el inicio es ambiguo, pues las letras de los titulares color rosa y el vals (siniestro) anuncian una historia romántica. Y sí, al menos Rosemary Woodhouse (Mia Farrow) junto a su esposo, intento de actor Guy Woodhouse (John Cassavetes), forman esa pareja con cimientos idealistas, simbolizados por colores vivos y una casa de ensueño. En cambio, al llegar a su nuevo hogar, un departamento ubicado en el famoso Dakota en la gran manzana, los esposos reciben advertencias que aparentan ser amenazas y otras sugerencias, las cuales también fueron avisadas durante el rodaje: como que el edificio era un lugar peligroso a causa de sus anteriores huéspedes, uno de ellos el brujo Aleister Crowley y tiempo después el asesinato de John Lennon, entre otras curiosidades.



La pareja se encuentra en un apogeo "romántico", buscando independizarse de los vecinos y malas vibras. Esto no es posible, pues de la nada, como vecinos metiches (sí, ese tipo de vecino que se sabe tu horario de entrada y salida) llegan Román Castevet (Sidney Blackmer) y Minnie Castevet (Ruth Gordon), esposos veteranos que aparentan ser padres adoptivos de una mujer desamparada llamada Terri (Victoria Vetri), la cual, tan pronto comienza la película, se suicida de modo sospechoso marcada por una hierba extraña e inventada por Levin para esta historia, denominada tanis. Esta hierba es obsequiada a Rosemary en forma de collar/amuleto algunos meses después de entrometerse en la vida de la joven y futura madre.



Rosemary concibe a su hijo de una manera extraña y repulsiva, pues es violentada por Guy en estado de ebriedad. Asimismo, su embarazo se torna con un tinte de locos y, literal, Rosemary luce desnutrida y convaleciente. Y para alimentar esta psicosis, su amigo Hutchins, quien también muere de forma extraña y misteriosa, hereda a Rosemary un libro lleno de notas y subrayados con un evidente caso reptiliano. Gente conocedora, esto no sólo se trata de una demencia provocada por el síndrome post-parto, sino de una realidad que dejaría loco a cualquiera que vea al fruto de su vientre en un cunero oscuro rodeado de gente creyente de Satán.



Este trabajo cinematográfico expone el terror mediante la cotidianeidad, enfermedades comunes, hechos irrefutables que causan horror y dudas. Y otros, casi imperceptibles, son el racismo, reflejado en la servidumbre; también el machismo, en el momento en que se le prohíbe la lectura, salida y decisión sobre su cuerpo a Rosemary; el cristianismo, tachado de mojigato por las referencias de quienes lo profesan; el amor y sexo sistemático, que deja fuera al erotismo; y la violación, usada con simplicidad e ironía. Y vaya que las ironías aquí florecen cual cempasúchil en octubre, así como la incertidumbre es la reina de los temas en esta joya de terror psicológico.



Quizá nos quedamos cortos con esta reseña, pero lo que estás a punto de ver tiene más jugo que sacarle por tu propia cuenta. No obstante, te dejará dormir sólo con la seguridad de que algún vecino será el próximo Adrián, ese que hará perecer a la humanidad y guiará a los nuevos líderes creadores de la vacuna contra la neumonía por coronavirus seleccionando a la nueva élite.




Puedes ver la película en los siguientes enlaces:






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