Los poemas de Eduardo Raya están construidos en los ecos, las sombras y las memorias de lo que alguna vez fue tiempo. Centrando su obra en varios elementos como el recuerdo, la fragilidad de las cosas y el caos primigenio del que brota la vida, el autor nos presenta tres poemas que definen una estética cruda y sobria, inmersa en ese mundo que ya no existe o que ha desaparecido.
Presidio con semilla infinita de desconsuelo
Me encuentro en lo profundo de la oscuridad, en la caverna fatigada del eterno descanso. Donde yacen los olvidados, los recordados, los que alguna vez fueron.
Lágrimas que aún siguen brotando desde el abismo de la tierra. Mismos días, mismas noches, misma inexistencia. Nada cambia sobre este suelo lleno de huesos. No hay ningún barco a la espera de las almas, ninguna laguna que cruzar; no hay tierra prometida, seguimos aquí, mirándonos unos a otros con la misma pena con la que llegamos. En las fiestas todos gozamos con gusanos, con música de la campana del mediodía. Con el silencio del aire nos arrullamos para seguir descansando. Todos piden ser profanados para visitar esa tierra que está sobre nosotros. ¿Qué nos trajo aquí?
¿Me podrías decir?
Enajenación a la orilla de la segunda creación
En algún delirio me encontré con un beso, Con un tacto. Imaginé con ese mismo delirio, Más profundo que cualquier abismo carnal. Llego y construyo versos sobre papel humeante; Una tinta resopló esfumando el papel. Serán versos sin tinta, sin pasión, Flotando cómo esferas relampagueantes a la espera De ser leídos. Me esfumo en algún delirio Desembocando alguna palabra Bajo una nota febril perdiendo un beso, un delirio.
Transmutación del flujo eterno
Sangre, la fuente se ha agotado. Ahora sólo queda el latido de tu sombra. La tierra reclama polvo, déjalo ir. Deja que el oído dicte las últimas instrucciones y escuche últimas lágrimas.
No te conformes con carne y vino, corre hacia las llanuras prohibidas donde las almas musicales pueden estar.
Recordaras las noches de septiembre cómo las últimas. Toma la sabana invisible y cubre la atmósfera terrenal.
Caprichos toman forma de gota silenciosa saciando sed derramada, provocada por los cuadros que penden en rostros suspirantes.
Inminente sangre saliendo del reloj agrietado que marcará la hora infinita.
Un día se abrirán las puertas a través de los ojos y el relámpago tomará la forma
inevitable.
Eduardo Raya. Actualmente estudia la licenciatura de Lengua y Literatura Hispanoamericana en la UATx. Ha participado en mesas de creación literaria y presentado el poemario Furia amanecer de Gerardo Grande. Su trabajo literario se enfoca principalmente en la poesía y nuevas formas de expresión lírica.
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