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Darla Abad

The Birds (1963): parvadas de mal agüero





Pensamos que en diferentes ocasiones los comentarios, valoraciones o juicios que hacemos hacia las películas aquí reseñadas no son suficientes. De verdad, nos acercamos lo mejor posible al que está a punto de ver la película, pero lo que esta vez ha estado en contra de escribir una reseña es el ordenador, en este caso celular. Van cuatro veces que no se le ocurre guardar este bello escrito, no sé si es porque se redacta muy mal aquí o simplemente Hitchcock desde su tumba me arrebata la idea de recomendarles una de sus obras maestras. Así es, The Birds de los sesenta es de esos buenos vinos; de los que te dicen: tenle miedo a los gorriones que todos los días van a mirar y darte los buenos días por la ventana porque de ellos, verdaderamente, es el reino de los cielos y pueden sacarte los ojos en cualquier momento.



La película es dirigida por el director inglés Alfred Hitchcock y la brillante idea de atemorizar por medio de aves nace de la escritora londinense Daphne du Maurier, pues ella fue quien dijo "vamos a meter miedo con un cuento corto", Los pájaros, en 1952, junto con su libro The Birds and other stories, el cual contiene uno que otro más para deleitarse. Y si no sabías esto, corre a buscarlo a tu página de libros online de confianza, seguro que ahí estará.



Luego, tenemos en el reparto a Tippi Hedren en el papel de Melanie Daniels (rubia, por cierto), que antes de filmar la película era una modelo que Alfred Hitchcock había conocido por casualidad en un infomercial de bebidas dietéticas. Ella interpreta a una chica «bonita, suave y saludable» (así las cosas en el diario The New York Times), hija del dueño del periódico más famoso de San Francisco, California. Después, a Rod Taylor como Mitch Brenner, un adinerado abogado al que, al parecer, le gusta espiar a las personas, aunque también suele pasar sus fines de semana lejos de la ciudad. En esta cinta existe, como debía ser, una madre aferrada a su hijo; ya saben, como Hitchcock nos lo hizo saber en Psicosis de 1960, y desde luego sí nos saca un susto cuando vemos este tipo de comportamientos por parte de Lydia Brenner (Jessica Tandy). Por último, tenemos a la pequeña Cathy (Veronica Cartwright), quien, a nuestro parecer, tiende a ser una mini versión de su madre con ese afán de conseguir lo que busca por medio de los adultos que la rodean. Pero ese es otro asunto; pareciera invisible, sin embargo, ustedes verán y más adelante dirán.


La historia es diferente a la original, pero sólo en personajes, y esta comienza con Melanie dirigiéndose hacia una pajarería en San Francisco (California, EUA). Ahí platica algunos minutos con la encargada y miramos la simbología de las aves encerradas. Después llega al lugar buscando un regalo para su hermana menor por su cumpleaños; Melanie se hace pasar por la encargada del mostrador y comienza una guerra entre aves y humanos, así como la de géneros, no explícitamente, pues ellos se han flechado de alguna forma; ella por primera vez y él con la suerte de volver a encontrarla, luego de haber coincidido con Daniels en un juicio donde ella se encontraba implicada. Un ave se les escapa de las manos, él la captura como todo un héroe, la mete en su jaula y esta tiene detalles dorados, ideal para decir que vive en una jaula de oro, comparándola al mismo tiempo con el estatus y vida de Melanie. De esto se darán detalles más adelante y la madre de Mitch no va a desaprovechar para fregar a la damisela.



Entre todos los enredos y hechos aquí ocurridos, se sabe que Mitch disfruta pasar sus fines de semana en Bodega Bay. Melanie, muy interesada en el tipo, decide ir hacia esta Bahía y como pretexto lleva los pajarillos Dosamantes, que eran justo para la hermana menor de Mitch. Al mismo tiempo, para obtener cierta información de la familia Brenner, Melanie recurre a la ex pareja del abogado, Annie Hayworth (Suzanne Pleshette). Vaya suceso, pues aquí ocurren ciertas miradas femeninas, de esas que lo saben todo, pues estas mujeres ya se contaron sus secretos con sólo mirarse y compartir algunos comentarios incómodos.



El terror aquí no nace de la noche a la mañana, va por pasos, desde un picoteo en la frente de Melanie hasta sacarle los ojos a uno de tus vecinos (lástima que de esas aves sólo existen allá por California). Sí, son cuervos, gaviotas, gorriones, mirlos los que buscan la aniquilación de los humanos por sus propios medios, y aquí Hitchcock nos dice que los terrores de los humanos vienen desde dentro, pero cuando vienen de fuera estos parecen ser más peligrosos, catastróficos y hasta incontrolables.



La escena donde están todos en una cafetería, aterrados por las aves, revela ciertas ideas de miedo a lo desconocido, miedo a lo improbable, filiación a lo temido y hasta valor de más declarando así la guerra contra la naturaleza. También hay miedo hacia lo "paranormal", que esto se podría implicar, pero si medimos nuestras palabras encontramos que todo está dentro de teorías y más teorías, supersticiones, valoraciones sin razón que provocan pánico colectivo, ignorancia e instinto de supervivencia. Asimismo, al final vemos cómo al director no le interesa explicar el porqué de la aparición de estas aves, sino que el propósito de los pajarillos es encerrar a los humanos en sus jaulas de oro, protegiendo a otras aves que parecen inocentes; en cambio, aplica la infinita ambigüedad y a la vez representa que los Lovebird sean, en realidad, aves de mal agüero.


Puedes ver la película en el siguiente enlace: https://zoowoman.website/wp/movies/los-pajaros/



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