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Foto del escritorEnrique Chávez

"Tempo" de Dotzd: levitaciones y encrucijadas etéreas



Así es, amigos! Regresamos a las periferias, arritmias y abismos del buen Ashel García en Dotzd, one-man band de la Ciudad de México centrada en... verga, ya ni siquiera creo posible etiquetar todas las genialidades y géneros en los que anda metido este proyecto. Pasando del shoegaze al blackgaze y de regreso al slowcore-ambient, y dando una vuelta onírica hacia el post-metal, el post-rock, el math rock, el sludge y el rock psicodélico, Ashel logra lo que pocos: una experimentación-levitación muy cabrona que hace de cada rola un trip increíble y etéreo. Podría ser algo arriesgado, pero todo se encuentra bien justificado dentro del universo artístico/estético de Dotzd y es posiblemente la cosa más jugosa de su música. Hace poquito hicimos un breve resumen de sus anteriores materiales (Fantasía, Soñar, Reveries, etc), además de una reseñita del primer sencillo de su nuevo material, Punta Cometa, y ahora regresamos con todo para hablar de Tempo, un álbum multifacético, anti-gravitatorio, denso, profundo y, por qué no decirlo, verguísimas.




Lo dije antes: Dotzd está inmiscuido en una gran variedad de géneros que es imposible catalogar y encarcelar a Tempo en uno o dos de ellos. De hecho, este nuevo álbum sería la apoteosis en la mezcolanza de vertientes y sonidos de la banda. Es bien difícil lograr este tipo de desmadre tomando en cuenta la cantidad de influencias y experimentaciones que uno puede llevar a cabo en un proyecto; sin embargo, Ashel lo logra tomando como punto de partida una idea y una imagen: el tiempo. Dotzd completa (y amplía) su proceso de experimentación instrumental con este nuevo álbum, y si ya se han topado con toda la música que trae el buen Ashel con sus trabajos anteriores no me van a dejar mentirles: es una producción excelsa, totalmente DIY y con grandes reflejos de amor y entrega hacia la chamba sonora.


Me mama la portada de este álbum (diseñada también por el propio Ashel) porque refleja de gran forma cuál es el rumbo del mismo: un viaje por la levedad, el vértigo y lo inefable. Integrado por Alba, Destello, Punta Cometa, Capicua, Los Anhelos, Febrero 2028 - Ocaso, Plétora y Suspiro, Tempo es un material que avanza a diferentes compases y se conceptualiza a partir de sensaciones y elementos intangibles. Quizá lo más característico de este nuevo álbum, y que lo diferencia con creces de las producciones anteriores de Ashel, es que es sumamente invasivo y denso. Qué chingonería! Tempo te atrapa desde su primera rola y jamás te suelta. Yo diría que el álbum es comparable a un pseudo viaje astral donde el cuerpo está a merced de diferentes corrientes, mareos y visiones. Ya lo dije, la portada nos dice mucho de cómo se siente este trip y cuál es el "color" de esta música. Y vaya que este desmadre no puede ser más acertado.



Hay que recalcar una cosa: ninguna rola es similar entre sí. En ningún punto. Cada una posee su propia fuerza o decaimiento, y eso para mí es de lo mejor que podemos encontrar en este nuevo álbum. Ashel se las arregla para meter un chingo de géneros y referencias a otras bandas que sería imposible identificar todo este desmadre sin una guía de lectura-escucha. Pasando de Whirr a Mogwai, de Russian Circles a Codeine, de Yasushi Yoshida a Bossk y de Deafheaven a American Football, la grandeza de este álbum reside en que sabe combinar todas sus facetas y compactarlas de acuerdo a las necesidades de cada rola. Así tenemos como resultado un material donde pasamos del shoegaze al post-metal y del slowcore al math rock. Es una cosa bien curiosa porque le da una variedad muy vergas a la experiencia general del álbum, además de agregar un toque muy sutil al emparentar cada rola con una idea y un sonido en concreto.


Podríamos etiquetar todas las rolas de acuerdo a su género, pero yo creo que es más fácil determinar cómo se expresan según la vibra a la que nos transportan. No sé por qué, pero Tempo tiene diversos arranques, abatimientos y espacios en blanco que se sienten naturales, precisos y eternos. Así podríamos describir al álbum: natural. Todo parece cuajado de forma precisa y definitiva. Mientras que Destello, Punta Cometa y Capicua son rolas macizas y dinámicas que se nutren del post-metal, el blackgaze y el psychedelic, Alba, Plétora y Febrero 2028 - Ocaso son piezas donde la marea fluye y se estanca en los momentos más indelebles del shoegaze, el ambient y el post-rock. Sin embargo, mis rolas favoritas son las que andan emparentadas con el slowcore. Me mama el shoegaze y el blackgaze, pero cuando tienes la oportunidad de escuchar lentitudes y ritmos precisos-poderosos, mejor quedarse con ellos. Los Anhelos y Suspiros son rolas que se toman su tiempo, pero que explotan en circunstancias específicas donde convergen los ecos, las voces y las vibraciones. Pensándolo bien, hay una fusión en todo el álbum que amarra cualquier madrazo de inmersión sonora, y eso es lo increíble de Dotzd y de la destreza de Ashel como one-man band.



A pesar de que cada rola tiene su propia alma, Tempo posee elementos en común que lo definen como una experiencia atmosférica. Los ecos, el escenario instrumental ficticio, los descansos y las primeras voces físicas de Ashel ("I'm coming home [or whatever you want to sing]") logran plasmar una entidad casi omnipotente para este nuevo álbum. Se escucha a mamada (y puede que lo sea), pero realmente existe un paisaje onírico que se define a partir de una masa sonora "oculta" en todo el álbum. Los sonidos parecen extraídos de una realidad detrás de la música, y eso para mí le da el toque final a cómo concebimos todo el blackgaze/post-rock característico de Dotzd y esta nueva evolución multisonora.


Tempo es toda una experiencia y vale la pena que se lo chuten individualmente. Ya lo he mencionado varias veces: este tipo de proyectos están diseñados para derretirnos según nuestra propia emoción empírica, y qué mejor que hacerlo en espacios de proporciones invasivas y en ritmos enérgicos o fulminantes. Se siente muy vergas cerrar el año de esta forma, metiéndonos a un blackgaze poderoso, mítico y con su propia forma de representar el desmadre, la paciencia y lo imaginario. No hay nada igualito a Dotzd en toda la escena mexa reciente y eso me parece un logro chingonsísimo para el buen Ashel. Más aún si tomamos en cuenta que toda la chamba de composición, producción, grabación, masterización y distribución están a cargo de él. Dotzd es, en definitiva, uno de los proyectos multifacéticos mejor logrados de los últimos meses-años, y desde ya les puedo decir que su música todavía tiene grandes cosas que mostrarnos. Para mí, Tempo ya queda consagrado como un hito en la historia del shoegaze/post-rock/slowcore/post-metal/chingos-de-cosas-más mexa. Aquí hay para todos los gustos y nada es fortuito: Tempo destroza, recupera y se impone, como diría Ginsberg, a las mejores mentes de su generación.




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