Es divertido pensar en los álbumes no tanto como un producto de consumo, sino como obras de percepciones conceptuales y extrasensoriales. Al fin de cuentas todo es música, pero las cosas comienzan a verse de otro modo si le agregamos ciertas condiciones temáticas y contextuales donde una banda y un material sonoro se convierten en mucho más que eso. Meterse dentro de estos rollos no es tarea sencilla porque en verdad tienes que pensarle con qué cosas quieres englobar toda una estética-idea y de ahí ir generando un paisaje auditivo, pero muchas veces resulta algo complicado. Cosas así están bien cabronas para las bandas y artistas, y cuando se lanza un trabajo bien hecho y de estas proporciones puede llegar a causar un revuelo mediático dentro del nicho de artistas reconocidos, independientes y amateurs (como nosotros).
La ópera rock es uno de esos géneros que están bien comprometidos en construir una suerte de horizonte conceptual para los álbumes. El género queda perfecto para ejemplificar este tipo de cuestiones donde existe un "más allá" dentro del instinto auditivo de las bandas. El caso más famosillo de opera rock en la música contemporánea debe ser el American Idiot (2004) de Green Day, y eso sólo si nos asomamos muy superficialmente en toda esta variante del rock y su gran cantidad de artistas inmiscuidos en ella. Configurando una diégesis donde los personajes y la música están sujetos a un desarrollo paulatino de sí mismos y su contexto, la ópera rock logra extenderse a otros medios para complementar no sólo una mera escuchada, sino una experiencia lúdica.
Y si tenemos que hablar de estos desmadres en nuestras tierras mexas, definitivamente tendríamos que mencionar a los compas de Humbral, una de las bandas hidalguenses mejor posicionadas del ópera rock y el rock progresivo-alternativo desde el 2018 y aún más durante el pandémico 2020 con el estreno de su primer LP: Social Puppet (mayo). Y vaya que decir "mejor posicionadas" es un señalamiento que se queda corto con esta bandota y su primerísimo álbum. Integrada por Edgar Arias, Gerardo Campos, Juan Cosmos y Juan González, Humbral es una de esas bandas que centra su estilo en crear ambientes totalitarios y experiencias incómodas, pero increíblemente inmersivas y acogedoras. Tal como lo dictan las normas del género, Social Puppet destaca por ser un álbum conjurado a partir de varias ideas, escenas, percepciones y demonios psico-sociales que se adentran en su propio abismo y su propia estética. Pero para allá vamos...
Grabado, mezclado y producido por Edgar en Pachuca, Hidalgo, y masterizado por LANDR, Social Puppet es una obra de teatro (literal) que recrea las diferentes experiencias de un potencial suicida que externa sus emociones y pensamientos poco antes de suicidarse. Claro, la premisa es simple en cierto sentido, pero todo se profundiza a partir de la propia composición del álbum, sus líricas y su sonido en general. Dividido en tres partes (o capítulos, como los llama el propio LP), Social Puppet evoluciona desde tópicos mayormente relacionados a la sociedad y las relaciones intrapersonales, utilizando el desgaste de la vida, las mentiras, el dolor, lo binario, la enfermedad, el desinterés, el egoísmo y la trascendencia del espíritu como principales catalizadores de la tragedia que rodea a todo el álbum.
Ya adentrarnos al sonido de Social Puppet es otro pedo. Compuesto por doce rolas a lo largo de sus tres actos, Sueño, Social Puppet, Liest, Self-Consumption, Sombra, Everything of You, Married With the Devil, Monogamia, December 4th, I Wish, Psychosis y Despellejado, todo el álbum está compuesto a partir de cierto trip futurista-tecnológico y efectos macizos que van desde la distorsión más hard rock/progresivo al uso de efectos más ambientales para lograr la "ópera" que cimienta la degradación del LP. Hay cierta sinceridad en cuanto al lenguaje sonoro porque no estamos frente a las grandes-complejas construcciones musicales que te apantallan, sino ante un discurso bien definido y que se expresa por sí mismo. Eso sí, los instrumentos son una chingonería para adentrarnos al mood del álbum y su narrativa: guitarras y bajos densos, dotados de su propia violencia que le añade fuerza o serenidad a cada una de las rolas con riffs malviajados, una bataca imprescindible que le pone un punto medio al desmadre de cada rola, y una voz armoniosa, pero cuajada desde una inteligencia innata que integra todos los temas del álbum. Todo esto se contrasta desde otros instrumentos como el piano/teclado, que le dan un sabor mucho más diverso a las continuas catarsis y depresiones del Social Puppet. En síntesis, es un álbum extrovertido y caótico, capaz de volarte la cabeza al mismo tiempo de crear consciencia sobre los temas que aborda.
Social Puppet tiene condiciones mentales bien definidas que, en comunión con la lírica, forman un viaje en múltiples niveles. Tal y como lo define su premisa, el álbum está guiado desde la voz de un suicida que, a pesar de estar en un punto de quiebre abrumador, no deja de ser conscientes sobre ciertos temas tabú e incómodos dentro del orden social: "So you think what loving is, / you are not even closed. / I don’t care about your shit, / I will make my rules / Cosificamos personas / para prometer amor. / Amar debería ser libertad" (Monogamia); "Here I am, can’t understand the questions in my head. / You seemed so cold, you were laughing. / I feel exposed, I feel dispised, / Here I am, can’t understand how you did it" (Self-Conpsumption). Este ir y venir entre el inglés-español, además del enfoque íntimo y omnipotente, le otorga un carisma muy cabrón al álbum, tanto así que se convierte en una de las cosas más interesantes del juego imperfecto de Humbral.
Hay que terminar reafirmando lo que ya hemos dicho del Social Puppet: es una pinche locura y un viaje por las diversas estelas de la cognición, la inconformidad y el descubrimiento repentino. Digo, no por nada el álbum está bien evaluado por pesos pesados de la escena mexicana como César Huesca, Alex Mercado y Jean A. Pichardo. Ya con eso tenemos para verificar que el primer álbum de Humbral es una experiencia trágica, atemporal y drástica que se presenta como una joyita instantánea dentro de los álbumes conceptuales de México. Muy aparte de su temática oscura, el álbum posee un cadencia repentina que es enternecedora pero agresiva, logrando que su propia construcción nos introduzca al trip de Humbral y a todo lo que esta bandota puede dar de sí misma. Sin dudarlo, Social Puppet es uno de esos álbumes conceptuales-narrativos que deben chutarse por lo menos una vez para dejarse guiar por sus paisajes aberrantes, furtivos y repletos de un placer arcano y bizarro.
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