El shoegaze mexicano está plagado de rarezas, abismos y sorpresas latentes. Alejándose un poquito de este shoegaze más crudo, ligado a los guitarrazos, los ritmos agresivos y al desmadre auditivo en general como en Ovlov, Whirr o Animal Ghosts, el género en México ha mutado a través del tiempo para mostrarnos uno de sus mejores elementos y subcategorías: lo etéreo. Más cercano al dreampop y mucho más acorde al término dreamgaze, esta renovación del shoegaze mexicano nos ha permitido escuchar gran variedad de joyitas repartidas a lo largo de estos meses, y esto ha sido para mí una de las mejores cosas de la cuarentena y el post-apocalipsis: descubrir que existe un gran universo sonoro donde los ambientes, aullidos, distorsiones y lamentos se conjugan desde una perspectiva más envolvente y estimulante.
Y si estamos hablando de este nuevo movimiento/renovación de la estética shoegaze, definitivamente tenemos que acercarnos a Rilev, una de las bandas de la Ciudad de México más atractivas dentro de este pedo del dream noise, el shoegaze, el dreampop, el nugaze y otras tantas mutaciones etéreas. Va a ser una pinche blasfemia, si quieren verlo de ese modo, pero no tengo mayor conflicto en afirmar que los compas de Rilev son nuestro Ringo Deathstarr mexa. O bien, para no cagarla tanto, podríamos decir que son parte de esa escuelita del shoegaze/dreampop más viajado y con tintes puramente etéreos (y que, de cierta forma, viene del rollo sonoro de ya mencionada banda texana y de otras como LSD and the Search from God o Bowery Electric).
Rilev es una bandota por donde quieran verlo. Ya desde su primer EP en 2018, el homónimo Rilev, el proyecto se aventaba a las mareas del dreamgaze (y un poquito al post-punk) con cinco rolas plagadas de un misticismo bien definido y que hoy en día continúan siendo el gran debut del proyecto. La gente que topa a la banda con regularidad sabe que de aquí se desprenden sus rolas insignia Control y Vampiria, y hablar sólo de ellas no demerita el trabajo total de este álbum; todo lo contrario, son grandes ejemplos de cómo hacer un gran dreamgaze y de cómo llegar a un estado sonoro intangible. Rilev es invasivo, melifluo y está diseñado para escucharse de principio a fin, huyendo de esos espacios de soledad y cosmos para llevarnos a la fugacidad de las imágenes incorpóreas y sonidos alucinantes. Ya aquí vemos de qué carajo va el proyecto: un bajo danzante, con su propia luminosidad y sus encuentros cercanos a la rabia, guitarras predominantes, con una presencia inquietante que sirve de punto de partida para el trip shoegaze, una bataca ligera y precisa y una voz pausada, con un toque etéreo que le va fantástico a la temática del dream noise.
Esto no se queda aquí. Después del surreal homónimo llegaría el split de Rilev junto a Somewhere, otro gran proyecto mexa metido en los rollos shoegaze, y su maxi-single Mar (2020), donde la banda también se dedicaría a la exploración de los momentos etéreos como parte de su estética sonora. Ambos trabajos tienen grandes rolas, como es el caso de Come Back y la propia Mar, y en mi opinión continúan con esta transición en el sonido de la banda a partir de varias combinaciones, aristas y choques entre el dreampop y el shoegaze.
Después de toda esta ola de mareas y levedades previas, la banda vuelve en estos meses finales del 2020 para entregarnos una de sus mejores reinterpretaciones y resquebrajamientos sonoros: Fade. A la mierda, no saben qué increíble está el nuevo rollo de Rilev. La banda mantiene todos esos elementos que nos laten hasta la fecha, sobre todo la comunión entre los instrumentos y la voz, pero todo llega a niveles estratosféricos. Ya no sólo entramos al terreno del dream noise y a las nociones básicas del shoegaze, sino que todo comienza a cuajarse en jaleas densas y multifacéticas donde géneros como el slowcore, el shoegaze más rasposo o los synths, que permiten la creación de paisajes mucho más íntimos y precisos. La quietud, la incertidumbre y el lamento actúan como factores decisivos para que Fade demuestre qué es lo que trae consigo. Y si amarramos todo esto con un plus en la guitarra, el bajo y la bataca (que ahora suenan abismales, con sus propios toques de distorsión y saturación mediática) tendremos como resultado una de las grandes apoteosis en la estética de Rilev.
Compuesto de siete rolas, Days Before, A Veces, Fade, Hard To Go On, Sentir, Pure Lines y You, el álbum se siente como una búsqueda continua por explorar nuevos ritmos y sonidos. Algo que me late un chingo de este nuevo trabajo de Rilev es que aterriza su estética sobre dos vertientes o polos: por una parte prevalece esa energía pasiva que tanto caracteriza al dreamgaze de la banda, y por otra se añaden atmósferas más agresivas y palpitantes que le otorgan vitalidad y fluidez a este nuevo álbum.
Fade inicia con un dreampop bien marcado y eso siempre va a ser un deleite. Rolas como Days Before, A Veces y Fade son una gran experiencia para comenzar las emociones de este trabajo. La pasividad de estas rolas nos lleva a un paisaje auditivo alucinante, placentero y suave, que para nada se siente forzado y que incluso es deleitable para adentrarnos en el viaje de la banda. Sin embargo, Fade evoluciona poco a poco y jamás se queda estancado en ningún género. Después de las primeras rolas el trip comienza a ser más dinámico, llegando a producir abismos más pronunciados en Hard To Go On y Sentir. Aunque aquí ya comenzamos a escuchar un dream noise más movido, la parte más impetuosa de la banda es otro pedo. Es increíble ver cómo desaparece la lentitud gracias a algunas rolas como Pure Lines y You, en las que la banda deja atrás todo atisbo de perseverancia para aventarnos una serie de riffs intensos y secuencias dignas del shoegaze insolente y caótico. Esta combinación de ritmos y sensaciones es de lo más cabrón de Rilev, porque permite que la gente se acerque a su música desde diversos puntos dependiendo de su propia intuición y necesidad sonora.
Una cosa impresionante de Rilev, y que podría pasar desapercibida a primera vista gracias al carácter panorámico del dreamgaze, es su lírica, y en este nuevo álbum no se quedan atrás. Cotidiana, simple y dinámica es como podríamos describir esos breves paisajes donde la banda nos demuestra cómo manejar el rollo del lenguaje en medio de las distorsiones y los viajes etéreos: "Le gusta el helado / lleno de toppings / y se disfraza / de mi vida / A veces me pierdo / entre sus ojos / luego despierto / siento calma" (A Veces); "A veces suelo imaginar / tus ojos y tus labios distinto" (Fade); "Please take all the time / I'm feeling sad, broke your lies / Put your hands in my hands / rise above, all my love" (Hard to go on). Las letras de Rilev nos transportan a esos momentos inesperados donde nuestra cabeza contextualiza las experiencias en los colores del shoegaze y el dream noise, haciéndolas partícipes del dolor, la alegría, la alucinación y lo cotidiano.
Sin dudarlo, Rilev es uno de los grandes proyectos que nos ha arrojado la escena shoegaze nacional. Algo que yo asocio mucho con la banda son las paletas de colores, aunque suene inconexo con el territorio sonoro. Desde el arte de su primer álbum hasta las portadas de sus nuevos sencillos, los colores, tanto físicos como sonoros, son grandes referentes de cómo Rilev desenvuelve su propia música. Y creo que todo ello tiene que ver con el mood que transmiten sus rolas: desde la perspicacia del amor o la soledad hasta algunos paisajes netamente oníricos, el dreamgaze de Rilev es una de las propuestas más contextuales y precisas para animar la cotidianidad. Así como las icónicas portadas de My Bloody Valentine, la música de Rilev satura nuestros oídos y nos lleva de la mano hacia un trip envolvente, disonante, atrevido y con su propia vibración que interactúa con cada uno en la experiencia. Fade continúa el gran camino de esta banda y seguro todavía quedan grandes cosas para escuchar, sentir y apropiarse de estos compas entre las ondas psicodélicas y caminos introspectivos del shoegaze-dreampop.
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