Ya conocemos cómo es este rollo del post-rock: un género que se nutre de multitudes de elementos convergiendo, depurándose o eclosionando en diferentes direcciones. Lo he dicho en otras reseñas, hablar de este tipo de sonidos siempre se vuelve algo difícil y enteramente subjetivo porque no son géneros a los que podemos escribirles (o comentarlos) bajo una estructura "normalizada". Todo lo contrario, el post-rock es una de esas vertientes muy cabronas donde la experiencia íntima habla por sí misma, sobre todo si tenemos en cuenta que no existe un mensaje "claro" de lo que se quiere decir. Cada uno logra percibir sus propios dolores, ritmos o mareas, y creo eso es lo bonito porque todos llegamos a ser parte de un mismo núcleo que se sitúa en la música y sus vibraciones. También ya conocemos cómo va este rollo aquí en México. Tenemos nuestras grandes bandas nacionales y nuestros pequeños proyectos emergentes en búsqueda de un aire de frescura, levedad y una que otra emoción lisérgica. Parte de este panorama experimental incluye a Dotzd, un proyecto one-man-band liderado y producido por el buen Ashel García desde 2012. Sin embargo, todo el rollo estético de Dotzd no entra directamente en el post-rock "clásico": todo se canaliza desde un viaje mucho más denso. Pasando del blackgaze al post-metal y regresando a las bases de un ambient corrosivo, Dotzd es uno de los proyectos más únicos y sinceros para desatar las olas de agresividad-mesura que llevamos dentro.
Para quien no lo sepa, Ashel no es alguien nuevo en este pedo de las distorsiones y abismos ácidos. Si nunca lo han escuchado, dejen les hago un resumen rápido. Dotzd es un proyecto que lleva varios álbumes producidos en estos últimos años y que en general persigue un único y estilizado fin: el desmadre y la inmersión musical a partir de improvisaciones, loops-sampleos y guitarras enérgicas. Esto tiene mucho que ver con la naturaleza misma del proyecto y de los géneros que topa. Al ser una banda de un sólo hombre, Dotzd recurre a los equipamientos tecnológicos para alcanzar un ambiente corrosivo e íntimo que nos lleve de la más plena tranquilidad a la sumisión más aguda y densa. La experimentación de Dotzd comienzó con algunos sencillos como Greytness, Routinary Nights y Frost, rolas donde ya nos percatamos de la energía que rodea al proyecto y de esa aura particular donde lo acústico, lo profundo y lo dinámico fluyen de acuerdo a su propia atmósfera y experiencia.
De pronto llegamos a Reveries, Soñar y Fantasía, la tríada perfecta de EPs donde la amalgama de sonidos ya comienzan a cuajarse en estéticas más definidas y concentradas en ciertos puntos. De estos tres álbumes se desprenden grandes (y ya míticas) rolas como Copo, Soñar, Sinestesia, Wonder y Palpitar, además de que en ellos se recogen y renuevan algunas canciones ya conocidas, que se rigen a partir de esta vibra post-rock empatada con el post-hardcore y el blackgaze para formar un sonido inmersivo y drástico. Gran parte de esta vibra recae en nosotros mismos, porque todas las rolas te dan la oportunidad de reanudarte, desfallecer o clavarte en las diferentes mareas apotéosicas de la banda.
Algo que me mama de Dotzd desde la primera vez que lo escuché fue el asunto de llevarte de la agudeza y la introspección hacia el desmadre, y esto se debe al propio carácter de su música. Carburarle al blackgaze y darle una vuelta de tuerca al post-metal no es cosa fácil, y Ashel lo logra de formas muy cabronas y únicas que le dan ese contraste crunch a la serenidad del post-rock y que aumentan el paisaje auditivo al que estamos acostumbrados. De un instante a otro podremos sumergirnos en una melancolía interminable o dar el salto bungee más pronunciado, y eso es lo mágico de estos géneros y este tipo de interpretaciones. Yo he tenido la oportunidad de verlo últimamente a través de las transmisiones pandémicas repartidas por la red mexa, y sólo puedo decir que Dotzd tiene un sonido que te agarra desprevenido y te mete a los confines de un espacio amorfo y distópico. El que sólo sea Ashel quien ejecuta todo este pedo sí te deja todo pendejo, porque es un sonido que se siente muchísimo a una preparación exhaustiva y rodeada de un amor por los ambientes sonoros y el frenesí efímero.
Ahora, en estas fechas donde nuestros ánimos siguen decaídos por no haber toquines post-apocalípticos, Dotzd se atreve a lanzar nueva música: Punta Cometa. No mamar, qué bonita y estridente rola! Es difícil describir de qué carajos va el trip de Punta Cometa porque se condensa precisamente en esos ambientes arcanos y surreales: un recorrido de dimensiones donde el blackgaze/post-metal nos paraliza, nos susurra o se detona. Esta canción, producida, grabada y masterizada por el propio Ashel en su estudio Echo Bravo, es el primer llegue hacia un próximo LP del proyecto que se lanzará en diciembre, Tempo, y creo que hasta ahora sólo nos deja con más ganas de seguir escuchando los abatimientos y acantilados de Dotzd y preguntarnos cómo chingados suena este nuevo álbum para la one-man band.
La rola se siente muchísimo como una transición, un especie de metamorfosis rítmica donde las diferentes armonías del post-rock se van mezclando con densidades del post-metal. Cada uno de los EPs anteriores tiene lo suyo y se independizan entre sí, y esta regla también aplica para Punta Cometa. Es... diferente a su manera, y no por eso deja de tener esos tintes bien clavados en el proyecto. Así también es la estética de Dotzd: el sonido de Ashel difiere de otros porque no estamos frente a un post-rock dulce, con esos tintes de arritmia sonora que al final siguen en una misma línea "resplandeciente", sino que todo se mueve por caminos y sueños oscuros donde poco a poco esa luz desaparece y recobra su fuerza. Dotzd concentra su energía como si fuera un agujero negro: nos arrastra por senderos desoladores que no dejan de tener cierto encanto con sabor a materia oscura, desorden y pulsaciones invasivas.
Dotzd es un gran agregado a nuestro catálogo post-rock nacional, además de un punto y aparte en todo este desmadre sonoro que se rige por la experiencia de cada rola. Si les laten estos pedos post-metaleros, con su propio toque de serenidad cuasi poética y el devenir de las aguas plasmáticas del blackgaze, Dotzd es buena opción para chingarnos un buen rato de descontrol y aciertos oníricos. Ashel también tiene por ahí un EP que me parece de las mejores cosillas que uno puede toparse de su construcción musical: El caos es la naturaleza de las cosas y el orden es la naturaleza de lo sintético. Verguísima este EP. Con sólo tres rolillas (y un cover bien vergas de Delta Sleep), Ashel logra destrozarnos la mente y los sentidos. Yo diría que este es un trabajo muy aparte a las mareas oscuras de Dotzd, pero vale la pena que se lo topen si quieren chutarse un B-Side bien amarrado, melancólico y sutilmente bello con el que Ashel también trabaja el surrealismo y la agonía de los sonidos. Así que ahí lo tienen. Destrocen o reparen sus mentes con estos grandes sonidos y transformaciones sinceras, apasionadas y rodeadas de un mood muy acorde para el invierno, la desolación y el descanso post-pandémico.
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