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Darla Abad

Memorias de los hombres necios: Akelarre (2020)




Mientras escucho misa de tres por el amabilísimo megáfono de alguna iglesia/templo cercano, escribo esta reseña sobre una de las películas, del tipo independiente, mejor acogidas en Netflix con temas como la inquisición y la cacería de brujas corridos los primeros años del siglo XVII. Con un grito como inicio, fuego y una plática entre dos señores pertenecientes al Santo Oficio, fieles creyentes de la brujería más que de su fe; así comienza Akelarre del argentino Pablo Agüero (cortometraje Primera Nieve, Premio del Jurado del Festival de Cannes 2006 y Festival Internacional de Cine de Gijón), estrenada a finales de septiembre del Señor 2020, pero para la mayoría de nosotros disponible vía streaming hasta marzo 2021.



Es el año de 1609 en el País Vasco Francés y cinco adolescentes juegan y bailan en el bosque. Ana es la cabeza de este grupo de chicas que invita a las demás a escuchar sus historias, además de cantar al son de violín, viola, violonchelo y un nyckelharpa (viola de teclas) que deja pasmado a cualquiera con la leyenda Ez dugu nahi beste berorik (banda sonora por Aránzazo Calleja y Maite Arroitajauregi). Tanto nosotros como los inquisidores pensamos que ya nos han maldecido, pero no es así, sólo es una antigua lengua vasca con un toque mágico.



Las actrices involucradas son primerizas en el mundo cinematográfico, pero el ambiente naturalista y espontáneo de este drama histórico mezcla de manera clara y coherente con nuestras protagonistas. Ana (Amaia Aberasturi), quien se encarga de pasear a su rebaño de chicas, muestra rebeldía y autenticidad desde el inicio cuando la guardia inquisidora pregunta su nombre y ella, por miedo, huye. Entre ellas está la pequeña Katalin (Garozi Urkola), una niña que apenas está entrando a la adolescencia y que desea tejer su propia historia acompañada de otras mujeres que con picardía y sabiduría le muestran una pequeña parte del mundo. María (Yune Nogueiras) es la hermana menor de Ana, quien al igual que las demás, vive conforme a las reglas de la naturaleza, Maider (Jone Laspiur), es una de las más aguerridas y fuertes en esta película, Olaia (Irati Saez de Urabain) con espíritu travieso y lógico, sin miedo a la sexualidad, tratando de explicar este fenómeno sin tapujos, por último Oneka (Lorea Ibarra), quien aunque temerosa, es una pequeña parte de este grupo que muestra la valentía de todas las demás al buscarlas y enfrentar al enemigo. Y es el señor Rostegui (Alex Brendemühl) el cual se encarga de encarcelar a estas jovencitas, además de encarnar a Lucifer mismo, toda la alegoría hecha carne.



Históricamente la película tiene su verdad, pues se basa en el acto descrito por el Juez Pierre de Lancre en aquellos años donde los hombres se dejaban llevar por sus emociones y la obsesión por las brujas. La obra es titulada Tratado de brujería vasca: Descripción de la inconstancia de los malos ángeles y demonios (1613), el cual es sólo la historia de una feminidad sin ataduras explicada bajo la enseñanza de la manzana como sinónimo de transgresión y la adaptación de las Evas en el entorno vasco.[1] La historia es inocente, vivaz y por lo menos, por parte de este filme, una en donde las mujeres enfrentan con rebeldía la supuesta ley de dios. No sólo tenemos a este acto como base, sino autos de fe relacionados con el tema de las brujas de Zugarramurdi y más atrás con la Epidemia del baile de 1518. La primera habla básicamente de la historia en general de las primeras cazas de brujas intensas en España, donde los interrogatorios eran a cientos de personas sólo por rumores de la gente de las pequeñas comunidades. La segunda, relacionada al baile, se cuenta en cierto momento de la película, pero que también se le consideraba una epidemia por ser algo ocurrido en grandes masas, donde las personas, en plena hambruna, bailaban sin parar causando la coreomanía (enfermedad del baile), supuestamente una intoxicación causada por hongos con un alto contenido de psicoactivos (LSD-25); en cambio, este origen está descartado y nos quedamos con una especie de histeria colectiva generada por la falta de alimentos, Katell Guillou junto con Agüero fueron los encargados de revivir estas historias para tal guion.



Con todo lo anterior, podemos referirnos directamente al nombre que lleva este largometraje rodado en euskera y castellano: aker -macho cabrío- y aurrean -delante-, es decir, el rito que se realiza Frente al Macho Cabrío que muestra la mediocridad del pensamiento del medioevo junto con las creencias de que una bruja rompía con el orden natural de los hombres (no de las mujeres). Es un claro espejo del mundo contemporáneo, ya que los diálogos de los personajes hombres siempre llenos de familiaridad con un toque de rutina chocante. Estos son los clásicos inquisidores pervertidos, creyentes de la hostia negra (hongo negro) y el sabbath (acto pagano de invocación y adoración a Lucifer), atacados por una sensualidad y sátira de lo católico. Como algunos dirían, la película representa un ataque al movimiento feminista, desmeritándolo por el uso de estas jovencitas como objetos sexuales, siendo su sexo un arma para vencer al enemigo, cierto y acertado es este punto, asimismo lo apoyo y lo creo. En cambio, se desmiente el hecho de que el director argentino sea visto como un violador de la identidad femenina por medio de la película.


“No hay nada más peligroso que una mujer que baila”

Finalmente, la existencia de esta película impulsa totalmente la abertura de un mundo oculto, no en el sentido malévolo, pues es una puerta para quienes desean saber cómo una figura femenina ha perdido el miedo, desde siempre. Claro que hay clichés, pero el que no los haya implicaría menor afinidad hacia el público y un bajo sentido crítico por su parte, ya que en esta película se han de topar con más de una creencia típica impuesta por las historias de terror desechables sobre las brujas, yendo a una estética minimalista, teatral, como el del folk horror. Es el turno de estos personajes atípicos que desean más que sólo bebés muertos para sus ritos, desean la vida y no ser deseadas, es el recuento de las memorias equívocas de los hombres necios “embelesados” por las mujeres que bailan.


Premios y nominaciones:

● Premio del Arte Kino International Prize del VI Foro de Coproducción Europa-América Latina (2017).

● Seleccionada para el Festival de Cine de San Sebastián (2020), el más importante de España.

● Premio Goya (2021), con 8 nominaciones y 5 galardones, siendo la más premiada:


❖ Mejor dirección artística

❖ Mejores efectos especiales

❖ Mejor música original

❖ Mejor diseño de vestuario

❖ Mejor maquillaje y peluquería


Puedes ver la película entrando al siguiente enlace:



[1] Lancre, Pierre de. (2004). Tratado de brujería vasca: Descripción de las inconstancia de los malos ángeles y demonios. España: Editorial Txalaparta

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