— La vida es una mierda, pero es la única que tienes —
El inicio de esta película es contundente, in extrema res, con todo el poder de Rammstein y la rolita Mein Herz Brennt. Vemos un cielo lloroso y una chica atrapada en su propia miseria. Ella se encuentra en algún lugar o ciudad de lo que alguna vez fue la antigua Unión Soviética. Lukas Moodysson nos cuenta la historia del alma inocente de Danguole Rasalaite, que es el nombre real de la protagonista de "esta cinta llamada vida".
Con influencias de Bergman y Las Von Trier, el cineasta, poeta y novelista sueco, Lukas Moodysson nos sumerge en este film lleno de vómito realista. El autor explica la prostitución de manera no dramática, sino vivencial. Nathan Larson es quien se encargó de abrir esta joyita con un toque de metal industrial combinado con disco, electro y algo de pop noventero, pero es más un estilo intermedio en épocas, que es entre los 90s y la llegada del nuevo siglo. Además de encontrar un cambio drástico de expectativas hacia la ya clásica entrega del director sueco, pues con sus dos antecedentes de Fucking Ämäl (1998) y Together (2000), que trataron la comedia y los primeros amores, al igual que la ya reseñada en esta página We are the best (2013), Lilja Forever (2002), fue otro capítulo. Este punto y aparte hecho por Moodysson en su filmografía, refleja el lado oscuro del ser humano. Sin embargo, tal trabajo no esperaba grandes elogios, sino la percepción puramente empírica.
Lilja 4-ever (versión estilizada), como ya dijimos, está basada en hechos reales. Nuestra protagonista es una chica de unos dieciséis años, por lo menos, que vive la vida con algunas carencias materiales a causa de la reciente Caída del Muro de Berlín y la decadente economía de las ya caducas repúblicas soviéticas, pero esta jovencita aún idealiza y sueña a un nivel infantil, pues tiene derecho. La prostitución está vigente desde los comportamientos maternos, donde la madre de la protagonista se acompaña de un novio pasante con ideas del Nuevo Mundo; desafortunadamente, Lilja (Oksana Akinshina) no está en estos planes. La adolescente tiene una amiga llamada Natasha, que invita a Lilja a prostituirse de forma independiente, pero podríamos decir que esto no existe. Después, con el paso de los primerísimos minutos ya no encontramos a los amigos que miramos al principio. La traición, el abandono, el olvido y el engaño, aunado al novio poco confiable de Lilja, Andrei (Pavel Ponomaryov), son constantes, el clásico leit motiv.
No es de sorprenderse que en el mundo de la prostitución también haya drogas, elemento revelado por el único amigo incondicional de la prostituta adolescente, Volodya (Artyom Boguchorsky), un pequeño de once años que aunque vive a medias con unos padres desinteresados y alcohólicos, apoya y acompaña a su amiga Lilja. El dinero y la familia para ellos se vuelve escaso y los vicios entran a sus vidas a pasos pequeños. La inocencia que portan es real, no obstante, el instinto de supervivencia los lleva a tomar caminos separados. Y después, tan sólo en esencia, se comunican, como si fuera una chispa esperanzadora entre los dos, algo íntimo y confidencial.
Figuras como la de Michael Jordan y Britney Spears se vuelcan en los sueños de estos dos pequeños aprendices. La música lleva un tema en especial y un ritmo de vida adolescente; "Forever Young" (Alphaville), la ilusión del primer amor y la vida despreocupada; "I Smell Of You" (Blanka), un mundo crudo y desesperante; "Sexy" (French Affair), el despertar sexual e ingenuo; y por último, algo de Vivaldi ("Al Santo Sepolcro").
Esta película, a pesar de tener numerosos premios y nominaciones por dirección, película, actriz, fotografía (por el Festival Internacional de Cine de Gijón, Premios Goldbagge de Suecia y los Premios de Cine Europeo) entre otros, la cinta tiene el propósito de la credibilidad. El público se sumerge de oído y vista a lo que está presenciado, por ello la película tiene este efecto indie de la cámara testigo, muy al estilo del cine sencillo sin más revés que el de expresar las experiencias diarias, no lejanas a un punto crítico constructivo personal. No verás escenas explícitas sin pensar cuánto se sufre en estos callejones sin salida, pues sólo eso podrás imaginar al mismo tiempo que los momentos se mezclan con una fe cristiana casi inquebrantable, pero desoladora y llena de arrepentimiento.
—Salta si quieres, no pasa nada.
Yo te recogeré, pero sí lo haces,
habrás perdido
y los cabrones que te escupen
habrán ganado. —
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