Verga, no creí que me tocara escribir de una de nuestras bandas favs de toda la escena mexa: No Somos Marineros. Puede que el 2021 siga siendo un año de mierda, pero qué mejor forma que recibirlo en sus primeras semanas que con una de las bandas independientes más legendarias y su más reciente estreno: Lado B y Rarezas (2020 a.d.m.). Somos afortunados de tener este nuevo EP, la neta. Hablar de No Somos Marineros es casi casi una herejía porque sería meternos con una de las bandas de emo/math/shoegaze mejor consolidadas y míticas de todo México desde hace ya un par de años; aun así, la salida de este nuevo mini álbum sólo rectifica una cosa: los compas Carlos González, Oscar Rubio, Andrés Pérez y Gustavo Farfán todavía provocan un chingo de micro infartos mediáticos cuando estrenan nueva música. Bandas, amigos y chingos de colegas independientes estuvimos bien contentos hoy, 15 de febrero, cuando finalmente ocurrió el lanzamiento digital de este EP, y cómo chingados no festejar si este Lado B y Rarezas es, a pesar de su "corta" duración, una de las joyitas más entrañables de lo poco que llevamos de lanzamientos post-pandémicos en el 2021.
Ya habíamos tenido una probadita de este nuevo EP desde aquella vez que se grabaron las sesiones de KEXP en Panoram Studios por allá de marzo de 2019, específicamente con la rola B.O.G., pero ya tenerlo en su forma definitiva es otro pedo. Producido, grabado y mezclado por el gran Miguel Fraino en Vesubio Grabaciones y masterizado por Carl Saff, Lado B y Rarezas se nos presenta como un EP inquieto y a la vez solemne, como una chispa "natural" que nos prepara para un trip simple, pero no por eso menos complejo y grandiosamente ejecutado. Lado B y Rarezas es un álbum elegante y único en su tipo porque no pretende ser grandilocuente ni se presenta como la gran apoteosis del shoegaze/New Wave mexa, sino que se desarrolla desde un panorama sutil, delicado, sincero y entrañable, y eso es algo que No Somos Marineros sabe hacer muy bien: sorprendernos y desquiciarnos con música que habla por sí misma.
Es bien difícil escribir sobre No Somos Marineros y catalogarlos en algún género en específico después de un chingo de años escuchándolos y topando más o menos cómo ha sido la evolución de su música. Digo que es difícil porque No Somos Marineros suena a No Somos Marineros; no hay forma de comparar este desmadre, de encapsularlo, y ustedes no me van a dejar mentir. Desligar el mood de la banda y su imagen sí sería fallarle al mito y al carisma de esta bandota de la Ciudad de México. A pesar de esto, claro que existe una mutación constante en el sonido de la banda que está reflejada en cada uno de los materiales que han producido a lo largo del tiempo; este Lado B y Rarezas lo comprueba de forma magnífica y nostálgica. Ya no estamos escuchando a esa banda de emo-math rock visceral y ruidosa que en 2013-14 estrenaban el Lomas Verdes y un puñado más de rolillas/sencillos (Violencia River, Onnie Jay Holy, Los Magnificantes GringoSuecos, etc.), sino que nos adentramos a un sonido mucho más profundo, envolvente y rodeado de un placer intangible.
Pasando del shoegaze al nü gaze y regresando a un tipo de slowcore-jazz más unísono, este nuevo EP de No Somos Marineros es un madrazo a la nostalgia, los trips ácidos y la intimidad pesimista. Está muy cabrón que tres rolas logren desmadrarte de un instante a otro, y No Somos Marineros vuelve a enseñarnos cómo se tiene que hacer un ruido bien estabilizado y profundizado desde elementos constantes. B.O.G., 1994 y Cult-de-Sax son rolas independientes que se manifiestan según sus propias convicciones y juegos escénicos, pero que terminan de cuajarse en un paisaje atractivo-idílico y conceptualizado desde una sensación fresca e intuitiva. Mientras que B.O.G inicia y explota paulatinamente mediante un slowcore premeditado, con sus propios toques de furia y distorsión ya típica de la banda, 1994 se mete de lleno a un shoegaze vehemente y dulce donde las jaleas del álbum se amasan y se expanden en movimientos imaginarios.
Cult-de-Sax es quizá la rola más movida, "experimental" y divertida-romanticona del EP. Tiene algo diferente que se percibe de forma casi inmediata, y vaya que nos deja picados con varias mutaciones, descensos de saxofón (realizados por Iván Zapata), tristezas y caídas libres hacia la inmersión emo/nü gaze/pseudo-math rock más aguda. Eso sí, en cada rola los instrumentos son una salvajada y un homenaje a la leyenda de la banda: voces de ultratumba, guitarras abismales, un bajo preciso-punzante y una bataca demoledora. Si ya has escuchado antes a No Somos Marineros sabes a lo que me refiero: un viaje por los rincones y artificios de la levedad y lo agridulce.
Como en sus materiales anteriores, No Somos Marineros demuestra una frescura creativa que pudiera sentirse "minimalista", pero que en realidad está increíblemente organizada desde los sonidos y la lírica en cada una de sus piezas. Este nuevo EP recrea ciertas imágenes del reconocimiento, el diálogo y la otredad a través de una construcción lírica ya típica de la banda: observaciones, recuerdos y apologías de un yo frente a la desolación. Lado B y Rarezas expande este universo lúdico incluyendo unas letras deterioradas e íntimas que se ciñen a la extensión sonora del álbum. Mi ejemplo favorito es B.O.G.: "Así vienes ya / con los ojos a acecharme. / Me pides voltear / y a un cuadro ¿cómo hablarle? / ¿Por dónde empezar? [...] Fíjate en mí / llénate con mis palabras. / Suelta el cordón, / despídelo. / No sirve nada.". Así se va todo el EP: una súplica degenerativa que se aproxima, poco a poco, a una resolución enmascarada de nostalgia.
Este álbum muestra sus intenciones desde su propio nombre y la banda misma lo confirma: Lado B y Rarezas es eso, un EP de b-sides que sirven como puente en la constante experimentación shoegaze/emo de la banda y que continúa, de forma espiritual, con el camino estético trazado en su álbum anterior, D'arcy (2017). Se ve poco tiempo, pero casi cuatro años es un chingo para los que todavía nos derretimos y proyectamos en todas las rolas-etapas de No Somos Marineros. Este nuevo EP cae como anillo al dedo porque no sólo se siente como una expansión del ya verguísima D'arcy, sino que adquiere una vibra muy personal donde géneros como el shoegaze/nü gaze explotan de forma mucho más constante y desoladora, logrando que este EP se sienta como un material independiente que busca nuevas perspectivas, horizontes y ritmos desde la distorsión, el romanticismo sonoro y la magnificencia.
Creo que hablo por muchos al decir que No Somos Marineros es una de esas bandas que la sigue rompiendo y haciendo escuelita en estos desmadres de la escena mexa-independiente. La neta, este EP sí te rompe toda la madre. Volví a emocionarme como cuando tenía 16 años y me topé por primera vez con su Demo Juvenil (2013): puros sentimientos encontrados y una felicidad innata donde lo único que haces es repetir el EP por un buen rato y sin interrupciones. Qué chingón vivir en un tiempo donde una bandota ya mítica como No Somos Marineros sigue produciendo y colgando música para levantarnos el ánimo y así olvidarnos de tanta mierda en este año interminable y sin shows en vivo. Lado B y Rarezas es, sobre todo, un álbum nostálgico y un agregado obligatorio en la biblioteca sonora de No Somos Marineros. Una chingonería, para resumirle y hacerlo un poquito más sincero-personal.
En fin, el 2021 ya puede terminar para mí. Larga vida a los marineros de ciudad terror.
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