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Darla Abad

La otra cara de la demencia: Relic (2020)





Aunque pareciera que hallarás un terror con sombras o enfermos mentales que han sido convertidos en monstruos, este film no utiliza este tipo de efectos especiales para tratar de taparte los ojos, sino un terror más quieto y claustrofóbico que con el tiempo se convertirá en el enemigo principal. Tres mujeres, tres generaciones, tres protagonistas, se enfrentan a una enfermedad que ataca mentalmente.


La directora japonesa-australiana Natalie Erika James, debuta con Relic, su primer largometraje. Para muchos espectadores y críticos, esta película es considerada uno de los mejores trabajos cinematográficos de terror logrados en este abrumador 2020, y es que nos produce algo de paz saber es una movie de terror/horror relacionada con algo más sentimental que apocalíptico. Aunque ser conscientes de que estamos expuestos a este tipo de fenómenos enfermizos con nuestros familiares (en cuarentena) más cercanos sí que causa inquietud. Tal film fue estrenado en el Festival de Cine de Sundance el 25 de enero de 2020 con sus respectivos atrasos pandémicos.



La historia comienza con una demencia senil evidente, sombras nebulosas, sonidos escalofriantes e incómodos, entre otros. Se sabe que la abuela Edna (Robyn Kevin), ha desaparecido misteriosamente sin dejar algún rastro que levante sospechas de cualquier hecho trágico. Su hija Kay (Emily Mortimer) y su nieta Sam (Bella Heathcute) van a casa de la abuela en su búsqueda. La relación entre madre e hija es difícil y vemos que este patrón también se repite con Edna y Kay, digo, ¿por qué la abuela tendría que vivir tan alejada y tan sola? Kay y Sam encuentran una casa en el medio olvido, descuidada, realmente sucia; las hijas miran que hay post-it por todos lados, estos trozos de papel gritan que el Alzheimer está presente. Asimismo, un lado obscuro se mueve entre las paredes: metáfora de lo siniestro y devorador en la familia.



Temas como el olvido, la herencia, demencia, claustrofobia y el miedo al tiempo abrazan la cinta, al igual. Hay un ambiente mortífero que no tiene fantasmas como tal, pero el origen de estos espíritus sombríos es causado por el mismo núcleo: las tres mujeres. Así, las referencias a películas como Hereditary (Aris Aster, 2018), Badadook (Jennifer Kent, 2014) y The visit (M. Night Shyamalan, 2015) no cesan, además del anterior cortometraje realizado por la misma Erika James, Creswick (2017). Los primeros dos largometrajes tienen la enfermedad como un miedo y la tercera y cuarta, la figura arquetípica deconstruida de los abuelos.



Por otro lado, los lugares, objetos y, sobretodo, los recuerdos se mezclan en un legado: todos estos forman un hilo de celo hacia la estirpe parecida a una telaraña sin salida. De hecho, en la película hay un momento donde Sam, la nieta, se encuentra en un laberinto fantasmal en el cual enfrenta sus propios miedos. Las tres mujeres buscan defender el amor, existente aún, entre madres e hijas. La acumulación de cosas en el hogar también revela una puerta hacia un olvido forzado; la abuela se aferra al recuerdo que, de cualquier forma, se aleja melancólico.



A pesar de reflejar un horror imperdible, más lento, está bien logrado en los personajes, se sincroniza. Por momentos el miedo también se pega a ellas. Al final nos entregan un desenlace emotivo y sensitivo. El amor siente una necesidad de explotar como una adquisición que prevalecerá entre las generaciones. Pido no te canses en las idas y venidas de la cinta, pues, como ya dijimos, los objetos y sueños son la clave en esta entrega de terror metafórica.





Puedes checar la película en los siguientes enlaces:




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