Aaah, ya tenía un ratito que no me aventaba una reseña sobre géneros misteriosos y demenciales, y no vamos a alargar este pedo introductorio: el nuevo, y primerísimo, EP de Aluches, banda de math rock, post-rock y mathgaze de la Ciudad de México, es una cosa increíble y verguísima por donde quieran verlo. De nuevo, el math mexa se viste de gala y nos presenta lo más nuevo de estos géneros en los hombros e instrumentos de estos compas: Híkuri. Y no tienen idea de qué grandioso es todo este relajo. Me lo he estado topando como desgraciado en estos pocos días que tiene de estreno y debo afirmar que es uno de los materiales más refinados y movidones que hemos tenido en este gran universo de post-rock y math rock mexa.
Al igual que en otras bandillas que recaen en la mesura o el placer del post-rock, definir en palabras cómo es el mensaje sonoro y estético de Aluches no es nada fácil. pero sí es una cosa fascinante de escuchar y de toparse. De hecho, decir fascinante se queda corto con todo lo que Híkuri nos muestra. Una chingonería quedaría mucho mejor, porque eso es lo que es: un recorrido de furias constantes, desolaciones sonoras, fuerzas cosmogónicas y buen desmadre rítmico que sobrepasa lo común en este género. Híkuri, grabado, mezclado y masterizado por Oscar Bonifacio Díaz y José Lagunes en julio de este año, es un álbum sandwich: con solo tres rolas, Saudade, Tecolutla y Aphorias, la banda nos guía por diversos senderos donde el post/math-rock se cuela por nuestras venas y nos hace levantarnos para disfrutar del trip. Iván, Fernando, Aarón y Edgar se lucen en este rollo y cuajan un material sincero, breve y escurridizo, pero que mantiene esa fuerza característica de sus géneros y que desemboca en diversos escenarios de energía y desmadre sonoro.
Lo verguísima del álbum está planteado incluso desde su propio nombre y arte. "Híkuri", una bonita expresión tripeante-espiritual recuperada de la tradición wixarica (huichol), refiere a un tipo de ritual de conversión mística en la que se utiliza el peyote como vehículo de transición incorpórea. En síntesis, el hikuri vendría siendo un sinónimo de peyote. Todo esto es un pedo y mi mente sólo procesa chido la palabra "peyote", pero si alguna vez han estudiado un poquito la tradición mexa en cuanto a su raíz indígena sabrán que estos procesos tienen su propia esencia y magia que los convierten en parte importante de nuestro pasado ceremonioso. Algo así es este nuevo álbum de Aluches, y con chingos de razón! Algo de Híkuri nos recuerda mucho a eso: un especie de buen-malviaje en donde el math rock hace de la suyas para amarrarnos a un paisaje terrenal o descomponernos en territorios oníricos y pasajeros. Aunque tenemos grandes propuestas del género aquí en México, el sonido de Aluches es una cosa deliciosa porque se planta como un math rock/post-rock con su propia esencia, donde las guitarras, el bajo y la bataca se deslindan de un ego frenético para traernos una propuesta divertida, sencilla y dinámica, pero llevada a un nivel cabronsísimo en el que existen mareas que fluyen desde la tranquilidad y la dulzura.
Este pedo introspectivo, natural y "físico" de la banda me recuerda un chingo a esas grandes bandillas de math japonesas como Stereo Type o Nuito, e incluso me llegó algún recuerdo de los compas mexas Yo Triceratop. No sé, hay algo bien característico en estos rollos que al menos yo podría definir como una entrega total hacia el escenario sonoro y un sonido que privilegia una experimentación-improvisación math en niveles sutiles, pero precisos. Pinche math rock japonés me mama un chingo, y creo que se debe a ese carácter "terrenal"/"tradicional"/"no-sé-qué-chingados" donde la música habla por sí sola y nos deja entrever una faceta bien bella y atrapante del género y su procedencia. Creo que reconocer el territorio de un trabajo sonoro no es nada fácil, y sin embargo, los compas de Aluches lo logran de gran forma; Híkuri se siente y se escucha a math rock mexa. No me pregunten por qué, pero es así. Ese toque mexicanón, sabor a peyote, se siente muchísimo desde el primer momento en que escuchamos el álbum.
Las tres rolas que conforman el álbum son tan independientes entre sí que cada una logra meternos en diferentes moods y previsualizaciones de lo íntimo y lo dinámico. El EP es tan "mutable" que jamás sentimos un descenso de energía; todo lo contrario, hay grandes madrazos math rockeros que de un momento a otro ya suenan a mareas post-rock y que al final terminan convirtiéndose en un grito de placer amorfo. Híkuri inicia con Saudade, que desde el comienzo ya nos deja ver cómo es el trip de la banda: un ir y venir de conmociones, arreglos y desmadres que se pronuncian o se apagan. El bajo, las guitarras y la bataca entran en sintonía de un tecladillo, pasando de la reiteración a la mesura en una atmósfera netamente post-rock.
El álbum avanza poco a poco desde riffs y ritmos pasadísimos de verga, y así es como llega a Tecolutla. Conforme avanza, el post-rock va acelerándose y da paso al ambiente math, con ecos y distorsiones que te vuelan la cabeza y se apartan de la tranquilidad que ya hemos escuchado antes. Esta rola es una cosa fenomenal; lo mejor del álbum. Aphorias es una montaña rusa de ritmos, aceleraciones y picaduras donde ya se anuncia el final del viaje con una nota alta. La rola poco a poco se transforma, se resquebraja o se reduce a un malviaje de diferentes atmósferas y tensiones, y aquí es donde el math rock de la banda explota y se hunde en abismos increíbles. Una chingonería de rola para terminar este breve, pero apasionante viaje en manos de Aluches.
Híkuri le hace honor a su nombre y se vuelve una experiencia inmersiva y penetrante, casi como meterte un alucinógeno que en un inicio te destruye, pero luego te premia. Esta conversión sonora y pseudo espiritual-ritualística se adentra en nuestros oídos y logra un gran trip donde la quietud y el frenesí se encuentran y se mutilan. El peyote de Aluches se manifiesta a partir de guitarras chirriantes, bajos intensos y una bataca jazzera, construyendo poco a poco un mathgaze mucho más agresivo y con sus propios momentos de introspección y arritmia. De lo mejor que nos ha entregado el género mexa en estos últimos meses! Hace un par de días fue la presentación de este álbum con otras bandotas como Dot., Polaroids of Polarbears, No Soy Trap y Barco de Camarones, y seguro se armó una fiestota muy perrona, con grandes amigos, math rock y chingos de vibras punzantes. No puedo esperar a toparme pronto con esta bandota para seguir el juego de la violencia, el desmadre y el caos post-rockero en vivo. Mientras tanto, chínguense y vivan la experiencia del Híkuri a través de sus rolillas y chútense la sesión en vivo con PHM underground. Larga vida al math rock mexa.
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