Algo muy chingón del indie rock es su versatilidad furtiva y su magia multifacética. No hay que ser un genio para darse cuenta que este género, incluidas todas sus vertientes, sigue dando de qué hablar en todas las escenas globales; de aquí han salido multitud de proyectazos marcados por un aire singular y una búsqueda proto-experimental llena de sonidos y ritmos apasionantes. Sin embargo, y muy al contrario de lo que mucha gente cataloga como "indie rock", pocas bandas y artistas en general logran traspasar el vórtice que nos lleva de lo ya muy choteado a lo netamente "indie". Esta especie de barrera neo-sonora, la cual nos lleva de escuchar proyectos repetitivos a lo que en verdad podríamos considerar como una innovación artística, se mantiene como uno de los estándares más bonitos para escuchar música que nos transporte de lo común a lo extraordinario. Tal es el caso de la música de Gabriel Benavente Benítez, un compositor-solista mexa que radica actualmente en Portland, Oregon, y que viene a descuajar el indie rock a través de un proyecto homónimo de tendencias frescas y dulces.
La historia musical de Gabriel tiene cosas muy chingonas porque no es un desconocido dentro de la música mexa. Ex-integrante de la mítica banda Buried Under Stars (ahora Loiis) e influenciado por grandes bandas como R.E.M y The Clean, y también por una que otra mexa como los propios Loiis, Canseco y No Somos Marineros en sus sonidos más indie, Gabriel encuentra varios puntos críticos que hacen sus rolas un deleite para quienes andamos acostumbrados a un sonido acogedor, pero potente. El indie rock de Gabriel no se cimienta en la transgresión citadina ni en los desmadres más apoteósicos, sino en una música transparente y luminosa que nos guía por diversas circunstancias de la cotidianidad y la memoria.
Hay ciertos puntos en común que poseen todos los artistas-solistas inmiscuidos en el indie mexa, sin embargo, Gabriel los elimina todos. Alejándose un poquito de esta vertiente temática-sonora de neo-depresiones expansivas y dolores post-modernos, la estética de Gabriel nos suena mucho más a esos malviajes y delirios enternecedores, rodeados de un aura tipo roadtrip donde disfrutar del paisaje es lo único que necesitamos para saborear las guitarras hipersensibles, los bajeos precisos y los ritmos de batería incandescentes. Todo ello en conjunto logra producir un trabajo excelso, sobre todo si tomamos en cuenta que Gabriel es su propia one man band que desenvuelve las peripecias, precipicios y detonaciones de su música.
Un sólo EP estrenado en 2019, Aguanta, y un sencillo titulado Yo También son apenas el principio del camino artístico de Gabriel. Ya con estas rolas tendríamos para pasar el rato escuchando un indie verguísima, impuesto por una cotidianidad única que se basa principalmente en el uso de los recuerdos y la nostalgia sinecdótica. Si bien todavía encontramos algunos temas como la memoria, la crítica adolescente o la auto-sugestión ya típicas del género solista, Gabriel se diferencia con creces de muchos otros proyectos porque no utiliza la cotidianidad de forma común. Canciones como Quiero Llorar, ¿Sí Vas A Venir? o la propia Yo También delimitan de gran forma cómo es que Gabriel manipula sus recursos líricos-sonoros para construir un oleaje de sinceridad bien estructurada y conceptualizada desde la lentitud y la precisión.
La biografía de Gabriel colgada en su perfil de Spotify expone de mejor forma cómo son las vibraciones de su música: un recuento cotidiano y entrañable que nos hace recordar esos sonidos clásicos del indie rock noventero. Así se escucha desde el comienzo: un revoltijo de elementos ya conocidos que adquieren un sabor fresco y un color hipnótico que se desenvuelven a partir de experiencias muy particulares ligadas al pasado, la crítica y la madurez. A pesar de sentirse muy bien armado, casi topando con una rigurosidad admirable, el sonido y las letras de Gabriel no dejan de tener ese toque empático y para todos. Ejemplo verguísima, y mi favorito sin duda, es la mezcla lírica de Yo También con su musicalización relax y emocionante: "Tu pentagrama / Tatuado al lado del corazón / A quien engañas / Cuando tu madre todo te dio [...] Espérate / Yo se que tu igual lo crees / Que aquí encajo también / Y a todos se nos ve / La costura". Pinche rolota!
Ahora, A Trazo Libre, la nueva rola de Gabriel coproducida junto a Mauricio Avendaño (Loiis) que viene acompañada de un video dirigido por el mismo Gabriel y con fotos de César Ortíz López, mantiene esa misma línea estilística de sus canciones previas, pero le agrega un sentimiento mucho más dinámico, enérgico y sutil. La rola es una chingonería, la neta. Si ya con su primer EP teníamos ese toque afable y exacto, con A Trazo Libre el juego aumenta y se multiplica en instrumentos más entusiasmados, pero que nunca pierden ese encanto slowdeado y pacífico que caracteriza al estilo de Gabriel. Riffs distorsionados de guitarra se entrometen en un ritmo ingenioso que contempla al bajo, la batería y otra guitarra acústica, resultando en un mismo ambiente de descensos y melancolías inesperadas.
De la misma forma que en otros proyectos solistas, lo que más resalta en el proyecto de Gabriel es su propia voz. Ese carácter dócil y tripeante de Gabriel permite que los instrumentos brillen por su propia cuenta, pero jamás le arrebatan el protagonismo ni la lucidez. Y claro, si le agregamos la habilidad que tiene para crear líricas divertidas y honestas, tenemos como resultado una de las propuestas más apacibles dentro de la creación mexa del indie rock. Pocas veces podemos encontrar un proyecto que suene así de chingón en su tranquilidad y su vehemencia; Gabriel se toma el tiempo para acercarnos a una música que contiene en sí misma su propia calidez o su propia inercia, y eso para mí resulta muy significativo para las intenciones de este proyecto y la forma en que se construye su mutación sonora.
Sin lugar a dudas, la música de Gabriel poco a poco se convierte en uno de los pesos pesados del indie mexicano y en un gran complemento de todo este universo artístico de solistas marcados por la agudeza y la simplicidad más conmovedora. Ya lo dije, pero neta que es necesario resaltar este aspecto: pocas veces encontramos un sonido "indie" que no sea lo mismo de siempre, y Gabriel logra escalar varios peldaños más arriba con una propuesta integrada a su propia composición-presentación. Sin tanto desmadre innecesario ni expresándose mediáticamente como algo inigualable, la música de Gabriel Benavente García logra ser mucho más real e inmersiva que tantas otras ligadas a su género. Por esto y por razones sonoras que ustedes deben descubrir sobre la marcha, el estreno de una nueva rola de Gabriel sólo puede destruirnos, reanimarnos o dejarnos suspendidos en horizontes deleitables, espléndidos y fraternales donde el indie rock encuentra su mejor escondite.
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