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Foto del escritorEnrique Chávez

“Edificio” de Diles Que No Me Maten: un ascenso, un trip, una experiencia

Actualizado: 14 jul 2020

A huevo, ya me hacía falta un trip mediático. Las grandes bandas siempre causan grandes movidas dentro de este pedo de la escena mexicana independiente y también en las redes sociales por toda la promoción que les hacen. Está chingón cuando la gente promueve los hilos del crecimiento de un nuevo proyecto, llenando la sección de historias y noticias de comentarios positivos; pero más chingón es cuando este rollo se vuelve algo realmente cierto, y con ello descubrimos nuevas propuestas que se alejan de lo preestablecido y le juegan al vergas, logrando resultados inesperados, curiosos y nada más que interesantes.


Estaba terminando la pinche tesis cuando, en uno de mis descansos de cinco minutos para echar el cotorreo y despejar mi mente de poesía de la narcoliteratura, me encontré con una banda que me pareció destacable en el sentido visual y nemotécnico. Creo recordar que fue Nacho de El Shirota quien en sus historias de Instagram recomendó un nuevo EP de un proyecto de la Ciudad de México: Diles Que No Me Maten. Me hablé a mí mismo en mi ansiedad y dije, “pues órale, viejo, a darle a la tesis mientras escuchamos qué pedo”. Total, pinche texto de la tesis quedó ahí arrumbado un día en lo que me tragaba a esta bandota y hacía mi investigación pseudo periodística. Así fue como empezó esta relación inexistente entre la banda y esta recomendación/reseña de cuarentena.


Diles Que No Me Maten, ya andaban causando ruido desde junio del año pasado con un EP llamado Cayó de su Gloria el Diablo y yo aquí de pendejo sin toparme con este proyecto amorfo y revolucionario, en el buen sentido. En qué buenos trips andan estos compas dentro de esta magnificencia de EP. En pocas palabras, para no robarle el protagonismo a su nuevo material, puedo decir que "la caída del diablo" es un recorrido por la expresión de los sentidos y también una rendición ante la creación sonora y al hilo poético de una voz como guía de la danza urbana.





Este tan sólo es su primer material. Hace pocos días la banda nos regaló Edificio, un EP multifacético, único, cabrón y místico de muchas formas. Y no es un juego ni nada por el estilo. Creo que algo que he querido mantener con estas reseñas piteras es una sinceridad de compas, porque realmente no les escribo sobre música que no tope ni mucho menos. Pero hablemos de Edificio. Hugo Quesada y Harris Newman intervienen en la mezcla y la masterización de este material, que desde el inicio es una “cosa” indescifrable. Raúl Ponce, Jonás, Jerónimo García, Andrés Lupone y Gerardo Ponce, a quienes desconocía de vista hasta hace unos días que me waché sus fotos en Bandcamp y Spotify, se rifan un sonido rompealmas, con una visión de lo que es hacer música proveniente de la tranquilidad, la experimentación y el trip cotidiano.





Definir qué chingados es este sonido resulta difícil porque estamos ante una de esas bandas transgresoras, quienes rompen el molde de la aculturación musical para decirnos: “Date con esto, cabrón, bienvenido a la urbe”. Edificio a veces suena a post-punk por las líneas del bajo y el ruido del sintetizador, pero no necesariamente. En comunión con una batería cobijada en un jazz condensado y vibrante, una voz que puede saltar a la deriva o chingarse un trance poético y una guitarra que rechina desde su esquina, los compas de Diles Que No Me Maten también le entran al No Wave y a la psicodelia para trazar un camino del estruendo a la rabia, llegando al punto medio de la experiencia cognoscitiva.


La neta sí es un desmadre explicar el desarrollo del EP porque es un encuentro entre chingos de vertientes y voces, pero cada rola tiene lo suyo. Edificio está cimentado en un trip de sonidos dispersos, donde las rolillas Edificio, No Te Mates de Paseo, Barrio Chino, Manos de Piedra y Pachuca nos hacen partícipes de un juego apasionante entre la ciudad, la mente y la ansiedad lírica. Verga, me encantaría tener un trip que se pareciera a este material. Ahora que lo pienso, y es parte de mi experiencia con este pedo, la construcción de Edificio tiene algo (mucho) que ver con las ondas de la conciencia mientras eres un transeúnte. No mamar, ya desde el arte de la portada, creada magistralmente por Manuella Lozada, tenemos una probadita de qué chingados nos quiere decir este álbum. Los edificios, la reconciliación del yo y el encuentro de la palabra en sí misma con la atmósfera musical parecen un camino entre la mente y la distancia. Este EP tiene un sonido tan envolvente que te hace olvidar lo ajeno para centrarte en el rito que se propone en cada rola.



El viaje de Edificio comienza con su rola homónima, y ya desde este punto quedamos desconcertados: no sabemos qué hacer con este álbum. En este sentido, Edificio no es una rola convencional (así como todo el EP). Un bajo, un synth, una guitarra y una batería nos dan la bienvenida a la urbanidad a manera de una intro jazz. Es una gran forma de iniciar el trip porque pareciera que estamos ascendiendo un verdadero edificio por las escaleras o el elevador; el destino está más arriba y podemos observar la meditación de la metrópoli. Poco a poco la tensión va subiendo y nos descubrimos en medio de un rola increíble y ansiosa: "la ciudad es de otros". La presión desciende y pasamos a No Te Mates de Paseo, desligándonos de la imagen del edificio y lanzándonos al ritmo de la calle desde un bajo tranquilo y una bataca ágil; de pronto, una guitarra se une a este recorrido para marcar el compás y el ritmo. La voz lírica y sonora ya comienza a ser un recordatorio de la consciencia y la memoria: "El tiempo que le robamos a la noche / se lo pagamos al asfalto, / electricidad luces de la ciudad / cruza el aire espeso, / huesos de palabras y esqueletos".


Barrio Chino continúa con la experiencia de la ciudad desde el ruido y la metáfora del verdadero trip. Es una rola que nos habla desde la lejanía, reflejándose de mejor forma en la guitarra y la voz; ambos núcleos se escuchan desde otro plano y en varios momentos se contraen o se dispersan en la emoción y la náusea: "Me perdí / Me perdí / Fui al cielo un segundo y no quiero volver ahí / Le ... / Le prendí / Le prendí / Fuego al fuego / Fuego al juego / de la verdad sin fin". Barrio Chino quizás es una de esas rolas que en verdad parecen rolas dentro del EP; sin embargo, no pierde la perspectiva. El recorrido de Diles Que No Me Maten sigue mostrándonos un paisaje modernizado, donde las diferentes áreas de la ciudad convergen como parte de una experiencia surreal y profética para la voz quien nos guía. Manos de Piedra vuelve al camino de la experimentación a partir de la arritmia y la velocidad/quietud de la voz y los instrumentos. Esta rola sí que se vuelve un trip real y enérgico, con una mezcla de desolación, introspección y un sentimiento de mortalidad en su mensaje: "Abatida y matando simulacros / Te necesito porque sabes jugar a ser seria / Y yo estoy tratando de ser vidente / Aún no terminas de nacer y no estamos yendo a ningún lado / Yo no sé, ni tú ni yo sabemos nada. [...] Mañana no será mañana".



Edificio termina con Pachuca, quizás una rola destino o nuevo punto de partida. En principio, esta rola es diferente; más bien, se siente diferente, como si fuera un descanso. Y prácticamente lo es: "Despertaré / de estar despierto / a donde iré.. / a donde [...] / Nada la espera / nada la esperará / es una persona / una persona de más". El desmadre de esta rola nos introduce a un mood más relax, pero que todavía conserva la esencia general de todo el álbum como una ambientación del horizonte. Finalmente vas bajando del viaje y te encuentras con la serenidad y la desaparición del instinto sonoro y la arritmia. Así se siente esta última rola.


La totalidad del EP me recuerda a esta onda del soundtrack de Birdman de A. González Iñárritu o al pedo estético de Slint en Spiderland. Lo definiría como "la renovación de la imagen sonora mexa". Es algo tan difícil de expresar, pero que en tu (mi) mente cobra sentido. Retomando estos dos ejemplos, Edificio logra crear un paisaje de la ansiedad y del tercer ojo mediante un cuadro de sonidos ambientales y una transfusión de los mejores momentos del No Wave, como si se tratara de un OST para un momento de abstracción aguda de la urbe y sus enseñanzas. Edifico incluso me hace pensar en los álbumes que Sonic Youth lanzó como parte de su faceta experimental (los 10 SYR). Sin embargo, la estética de Diles Que No Me Maten todavía concentra gran parte de su ejercicio en la elaboración de piezas musicales "tradicionales", nutriéndose de la experimentación para lograr un EP único y complejo. A lo largo de todo el álbum encontraremos ritmos cardíacos, con una presencia magistral de la batería para introducirnos al mood de la urbe y la introspección, mientras que el bajo y el guitarra actúan como los catalizadores de la mutación sensorial.


Experimentación sonora es el concepto clave para entender este EP. No es sólo música; es un ensayo auditivo que nos lleva a la encarnación misma de la imagen. Los ecos, la representación del yo, el lamento y la distancia física-fonética tan sólo podrían metaforizarse como un viaje a manera de río, con un cause templado y rápidos frenéticos en situaciones paralelas. Edificio tiene sus momentos ágiles, de persecución, pero también tiene estos rollos de tensión agresiva que se manifiesta desde la paranoia y la zozobra. No hablamos de una energía violenta, sino de un aumento de la fuerza natural del ruido y la profundidad que convierten a este EP en un objeto de constante transformación y frenesí.



Aunado a este pedo, tenemos referencias literarias vergas. El nombre de la banda, inspirado en la obra cuentística de Rulfo, ya nos causa algo de ruido. Pero no se mamen con la lírica poética que tiene la banda. Qué delicia es encontrarnos con un rapsoda en medio de una buena explosión sonora de las calles. A lo largo del EP hay momentos de destello rítmico como una derivación de la estética del lenguaje en los movimientos de La Onda o los poemas Infrarrealistas o Estridentistas: puro trip psicológico, acompañado con manifestaciones de la ciudad, las luces y el dinamismo de la realidad en las mismas como método de observación. Encontramos una reiteración en la rolas para marcar varios madrazos en el estómago para quienes escuchamos esta madre y no sabemos qué chingados está pasando en ese primer acercamiento con la banda. Tan sólo abran las letras de este EP en Bandcamp y se van a dar cuenta de ese poder lírico que acompaña las rolas: “Y cerramos humo y aire en los pulmones / Y le damos la vuelta al mundo día, a la ciudad / Y guardamos silencio en cada bolsillo roto / Y lo dejamos en la boca / Y lo guardamos cien años flotando en saliva / Saliva de los dos, saliva solo mía / Y escupimos una perla / Y rompemos esa perla a patadas como / Romperíamos el silencio a carcajadas”. Si esta madre no es poesía infrarrealista, de esa que te pone incómodo y con hartas ganas de echar desmadre, romperte los huesos, descifrar tu materia y quemar el pinche protocolo de la ciudad, entonces no sé qué es. Sin lugar a dudas, estamos frente a una de las bandas con mayor excelencia literaria en cuanto a la creación de imágenes poderosas y trips cotidianos. Manos de Piedra se lleva el premio mayor por crear una de las mejores rolas para este EP. Imágenes personales, aumento de energía, vibraciones encarnadas, recuento de la individualidad y la ciudad como perspectiva del juicio, las voces de la consciencia, y la presión constante conforman la identidad de este material.


Más que un EP, Edificio es una experiencia sonora o quizás una fumada bien hecha. Tanto es así que el EP recrea todo un viaje apasionante, sincero y con una vibra tan increíble que nos permite viajar sin tener al lado un porro o una preparación budista zen. Creo que cada uno tendrá sus propias impresiones del álbum. A lo que a mí respecta, quedé fascinado y cuajado con todo lo relacionado al nuevo hijo de Diles Que No Me Maten; es de lo mejor que he escuchado en lo que va del año y de esta pinche cuarentena. La lírica y la ambientación le dan vida a esta obra maestra de nuestros tiempos pandemiosos. Neta, escuchar este EP los va a dejar colgados con la banda y con la presión de escuchar (y entender) más veces el Edificio. Si esto no es una experiencia/crónica urbana del idilio de una mente ácida y sin retorno, entonces no sé qué es. Ustedes tampoco, probablemente.




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