En tres horas, veinticuatro horas. Media noche como coctel principal. Las chicas salen del sótano y los chicos prueban grandes láminas sabor limón. Tumbas que no se abren. Gemidos de una ciudad que se inunda. I. De niño me gustaba Total Recall. Hace mucho que no hablamos del tema y me gustaría saber cómo encontraste el bar de Rod. Dicen que allí venden buena mercancía al menor precio, que incluso te hacen volver a cuando eras niño y chorreabas tus pantalones. También quisiera ver de nuevo a mi madre. El último recuerdo que tengo de ella fue la ocasión del disparo en la ingle; un hombre vino y le perforó el pecho mientras yo montaba un cohete espacial a cinco metros de distancia. En aquellos tiempos con dos monedas navegabas toda una vida y no importaba mucho si se terminaba el combustible. Quisiera volver a detonar el cañón del hombre, pero que ésta vez me diera a mí en el pie izquierdo; cortármelo, conocer si es verdad que cuando te cortan una pierna o una mano o un dedo todavía puedes sentir su sombra, como si tuvieras el recuerdo de lo que alguna vez tuviste. Por eso me interesa la maizena de Rod. Dicen que con ella puedes viajar a la quinta luna de Júpiter y no necesitas gran cosa como mi cohete de los cinco años ni mucho menos, sino una larga fila de polvo y una imagen. Antes de terminar ya estás en la Sevastopol y Ripley te da instrucciones sobre cómo cepillar al gato. I.I Encontré una vieja edición donde me veía a mí mismo en un picnic de Avándaro. John Titor me advirtió que estas cosas pasan de tiempo en tiempo. I.II Siempre quise a los Cocteau Twins en mi boda.
I.III Léeme algo de tu poesía, que quiero conocerla. Megan suele decirme que tienes buen ojo, que disfrutas dibujando collares y pies con calcetas de gatos. También dice que te encontró llorando en el baño; gritabas unos versos de la Gioconda mientras te lamías las uñas y fue gracioso. Según ella, estabas riendo. Me dijo que tus poemas son como pozos: tiras mucha mierda, pero ésta se llena de polvo y agua y al final se limpia. No sé si creerle que lloras mucho, pero yo creo que tus párpados hinchados son por algo y debes tener buenas razones para hacerlo. Si me permites, no te ves tan sensible a esas cosas. Te pones shorts aunque hace frío y eso para mí demuestra que tienes buen callo. No quiero ofenderte, sabes que no es lo que trato de decir. Sólo quiero leer tus poemas. No has escrito un libro, pero hay algunos por ahí que pueden tener algo lindo. Megan los ha leído y dice que te gustan los poetas rusos; puede ser ruda a veces, pero es buena, ha escrito varias cosas interesantes sobre la tercera ley de Newton en las películas de Harold. ¿Quieres una cerveza? Ella dijo que te gusta la BrewDog Punk y aquí hay varias muestras. Sé que estar en una azotea fumando el porro debería ser más tranquilo, pero estamos aquí esperando la recarga y no se me ocurre otra cosa más interesante que estar hablando de las cosas que somos. Yo hace poco visité Nogales y compré un bello paquete de flores secas; me las vendió una señora en la carretera diciendo que atraen la buena suerte. Se me hizo tierno y ahora siempre cargo un pétalo en mi bolsillo izquierdo. No sé, una señora que vende flores puede ser un buen sueño o un buen poema.
En dos horas, veintisiete horas. Medio día como coctel principal. Las chicas entran al sótano y los chicos piden autostop. Tumbas que se abren. Gemidos de una ciudad que despierta.
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