Cuando la lógica temporal no es perceptible o no predomina en nuestros planes, se vuelve un caos. Ya sea menor o mayor, cuando las cosas no suceden como queremos causa un terrible dolor de cabeza y pueden ocurrir dos cosas: vemos cómo todo se va por el caño o nosotros somos el agua sucia del desagüe que se va por la coladera. Desde luego nos ha pasado y nos genera un sentimiento de angustia, tristeza, pesadez o quizá paranoia.
El director de cine argentino Gaspar Noé es muy bueno reflejando este tipo de sentimientos que nos inmovilizan siempre, y Clímax (2018) no es la excepción. Por ello su director tiene otros títulos que lo preceden como Irreversible (2002), en donde te dice "ve, esto es lo que pasa cuando a los machos nadie los ve"; Love (2015), con el reflejo del amor en sus diferentes formas (te eyacula en la cara); el mediometraje más actual Lux Æterna (2020), donde el technicolor está a todo lo que da junto con brujas y brujas, lo cual es otra bomba; y la próxima obra a estrenar, quizá protagonizada por Dario Argento (este director con vastos trabajos como Suspiria (1977), o Inferno (1980)) en Vortex. Al director se le conoce por su leit motiv de la violencia, aquella que es natural del ser humano; es el principal argumento que lanza en la sinopsis y por lo tanto jamás es oportuno para sensibles, pero no por ello irrelevante.
Debemos saber que los planos cenitales, los plano secuencia y la incomodidad siempre van de la mano en este filme (como en los ya mencionados del director), así como la catarsis que sufre con ciertas influencias de Saló o los 120 días de Sodoma (1976) de Pier Paolo Pasolini, Suspiria (1977) con Dario Argento o Possession (1981) de Andrzej Zulawski. De igual forma se muestran escritores como Oscar Wilde, Nietzsche o Cioran, entre otros, que en la búsqueda de la imitación de la realidad desembarcan en esta película. Todo esto apenas es el inicio del film, después de la primera escena donde vemos a una mujer ensangrentada arrastrándose por un campo de nieve.
Igualmente, la lógica lineal que debería seguir la historia de Clímax respecto a la secuencia no se cumple, comienza por el fin de la masacre y así sucesivamente. Esto me recuerda a la forma en la que solemos contar una historia. En ocasiones el que tomará el papel de receptor ya sabe el final; sin embargo, tú como testigo o protagonista de la historia de la que quiere enterarse el otro, partirás de la tragedia. En esta historia ocurre un gran spoiler que no lo decimos nosotros, lo dice el filme con las entrevistas iniciales a los personajes, los cuales son bailarines profesionales que están en un proyecto próximo a estrenarse al otro lado del mundo: América. Todos ellos se describen y muchos son bastante extremistas, tocan temas profundos como el suicidio, la maternidad, la homosexualidad, las drogas, la familia, la carrera y por último el patriotismo. Por lo tanto, los valores más arraigados de Francia salen a relucir de una forma física, irónica y cínica: liberté, egalité, fraternité. De tal modo que de fondo está la bandera francesa; hay una líder, Selva (Sofía Boutella), rostro conocido por Atómica (2017), La momia (2017), Kingsman (2014) o algo más corto como el video musical Hollywood Tonight (2011) con la voz de Michael Jackson, detalle que el mismo director plantea acerca del plan de realización que tuvo, tener rostros pocos conocidos y más profesionalismo en los movimientos. De ahí tenemos a Lou (Souheila Yacoub), Ivana (Sharleen Temple), Daddy (Kiddy Smile), David (Roman Guillermic), Eva (Lea Vlamas), Emmanuelle (Claude Gajan Maull), Dom (Mounia Nassangar) Alaya (Alaia Alsafir), los gemelos incómodos Gazelle (Giselle Palmer) y Taylor (Taylor Kastle) y la performancera Psyche (Thea Carla Schott), por ser quienes más destacan y juegan un papel importante en la cinta.
Del lado de las drogas, el sexo y las tremendas alucinaciones que brotan de la pantalla, estas son producto del LSD. Alguien envenenó el abrevadero y no se sabe quién es, sino hasta el final, o al menos se deduce porque no nos lo dicen. La sangría es la vía de alteración, incluso podríamos hablar de un cine terrorista en un orfanato abandonado con personajes bien definidos, sin embargo, es de terror psicológico por el nivel de viaje que te hace pasar, pues al principio la cámara es fija; sabe lo que está viendo, pero así como las moscas fumigadas, va cayendo de apoco y esto va de izquierda a derecha en un columpio que de a ratos gira los 360°. El frenesí es superior a todos, los deseos son almas que ven bailar a sus marionetas y salen más de todos ellos, se mezclan entre sí y ahora los temas como el aborto, la maternidad, adicciones, incesto, hedonismo, envidia, racismo, furia y tristeza no parecen llevarse del todo bien. De hecho, encontraremos una bella referencia a Christina F. directa de la boca de una de las chicas y de quien deberíamos sospechar.
La introducción es larga, le calculamos unos 40 minutos, pero lo que verás después es incomodidad, asco y desesperación segura, pues la corporalidad lo es todo con música como la de Daft Punk y las coreografías son otro nivel de expresión al punto de volverse adictivas para el espectador. De esto parten las premisas insertas a lo largo de la película, que toman una simbolización intensa y poco masticable; es decir, la vez más de una vez o ya no.
Es una movie que divide la opinión del público, pero estamos seguros que no será tu caso si alguna vez disfrutaste algo del señor Stanley Kubrick y si no temes, de alguna forma, reflejar fobias en una historia de apenas unos minutos basada en hechos reales. Tómalo como una especie de High School Musical pero con LSD y mucha sangría. La película tiene como detonante dicha bebida, en tu caso la película es tu detonante para llegar a la cúspide de tu propia supervivencia.
“Nacer es una oportunidad única, vivir es una imposibilidad colectiva y morir es una experiencia extraordinaria.”
Puedes ver la película entrando a los siguientes enlaces:
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