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Foto del escritorEnrique Chávez

Ya no queda nadie más

Actualizado: 14 jul 2020

Hace ya casi un año, el 24 de abril, escuché por primera vez en vivo a AMBR. Éramos quince personas frente a un templete donde cuatro chavos gritaban y sacaban un buen math-rock mexicano. Conocí la propuesta de la banda otros meses atrás y por mera coincidencia; no recuerdo cómo llegué a ellos, pero seguro algo tuvo que ver la música de Joliette, con los que tienen buena relación. El “Rompes/Quemas”, segundo álbum de la banda, fue un grato descubrimiento en mis gustos sobre la escena mexa: la discordia sonora en comunión con un tapping estructurado, las voces jóvenes aullando un “el tiempo en mi rostro se hace lento”, el movimiento agitado durante la representación y una buena dosis de camaradería son algunas de las cosas que me atraparon. No sólo fui cautivado por su última producción; otro LP, “Hey Joi”, y un split con Picza Planeta demostraban las cualidades que AMBR tenía en su escasa trayectoria de cuatro años. Recientemente, para el momento que redacto estas líneas, la banda ha optado por un sonido más crudo cimentado en la estética del post-hardcore, género que ya es común en parte de la estética de la banda y que han enfatizado de excelente forma con su sencillo “Caosaciago”. Una de las colaboraciones que más me impresionó fue cuando AMBR invitó a Gastón, bajista de Joliette, a hacer screams en “Al fondo a la derecha”. La inclusión de este mítico personaje fue parte fundamental de mi aprecio por la banda y su propuesta musical. Lo anterior produjo una serie de visiones y prejuicios, en el buen sentido, sobre la estética de la banda, y cuando pude comprobarlos en medio de un pequeño slam no me decepcionaron.


Por ahí de febrero-marzo, AMBR y Penélope Records comenzaron a organizar una pequeña gira “secreta”. La banda actualizaba por medio de Instagram sus próximos shows, lanzando días después un flyer promocional de varias ciudades de la República donde se presentarían. Increíblemente, después de insistir varias veces por sus encuestas en la red social, la banda vendría por primera vez a Tlaxcala. La sorpresa fue inmediata y gratificante en muchos sentidos. Semanas después subirían el cartel final para anunciar las bandas con las que compartirían escenario y el lugar del evento.


La cita era a las 7 pm en el bar Golden Rock, en la calle Hidalgo del centro de Tlaxcala. El flyer se componía de bandas tlaxcaltecas, nacionales y extranjeras. Por parte de Tlaxcala, Awful Traffic estaba ahí representando una de las mejores expresiones del math-rock y el post-rock de México, además de los Monaguillos, quienes traían una propuesta centrada en el viejo punk-rock de canciones breves pero potentes. AMBR representaba la escena nacional, directos desde la CDMX. En la banda internacional, y por la cual se realizaba esta pequeña gira por el país organizada por Insomnio y Penélope Records, estaba Sport, quizás una de las bandas francesas de mayor presencia en la escena del emo, el indie y el punk rock. El cartel estaba dado y las propuestas eran interesantes. No lo pensé dos veces en asistir. Pasaron los días y me fui preparando para el show.


Llegué cerca de 7:10 a propósito de mi puntualidad excesiva. Como en todos lados, los toquines siempre comienzan más tarde y es menester ser paciente. En lo personal no me preocupó tanto; el Golden tiene promociones de chela que duran hasta las 8, así que decidí comprarme un six para mí solo. A decir verdad, fue la primera ocasión que fui a un evento solo. Nadie pudo acompañarme, además que nadie de mis amigos conocía a AMBR. No hubo mayor problema: tenía una cajetilla de sabores exóticos Pall Mall que había comprado antes de llegar en el Oxxo y muchas ganas de escuchar a las bandas. Además, la compañía y la soledad se comparten en el momento de estar frente a los grupos; ocurre una comunión esporádica, casi inefable, donde los asistentes se unen por un mismo fin de reconocer el trabajo de una banda emergente, en este caso ya consolidada. Es difícil de explicar, pero todos nos volvemos amigos y slameamos juntos.


El Golden resonaba con buenas canciones rock clásico. De vez en cuando metían rolas de rock contemporáneo. Algo que me gusta del Golden es que mantienen cierta distancia con otros bares cuando se trata de crear ambiente; siguen una línea temática de rock tranquilo para que todos podamos conversar. Este día no fue la excepción. Los encargados del Golden tenían buena música repartida en dos periferias: en el sonido del lugar y en el ecualizador para probar el sonido de algunas bocinas. La espera no fue minuciosa.


Los primeros en llegar fueron los Monaguillos. Reconocí que eran la banda porque entraron con unas guitarras, piezas de la tarola y un bajo. El Golden estaba semi desierto. Algunas parejas estaban repartidas en las mesas de la terraza y las de adentro. Yo estaba sentado en una mesa alta individual a la derecha del templete donde ya estaban conectando otras bocinas envolventes y la consola de ecualización. Me trajeron las chelas de una a una, para que no se enfriaran. Mientras, los Monaguillos también salieron a refrescarse. En el transcurso de la hora llegaron los chicos de Awful Traffic. A ellos ya los conocía de un concierto en fechas de Día de muertos del 2017, donde compartieron escenario frente al Museo de Arte de Tlaxcala con Reyno y otros cantautores del estado. Llegaron también con sus equipos y se instalaron en unos sillones del lado izquierdo del templete. A diferencia de los Monaguillos, que tenían un mood más punk, evidentemente, ellos venían de sudadera, jeans y tennis, con un comportamiento apacible y relajado. La banda tiene un sonido espacial que se mezcla correctamente con los géneros que topan. Podría definir su estilo como una carrera entre el paisajismo oriental y algunos proyectiles saliendo de la tierra. Me recuerdan al gameplay trailer de Ghost of Tsushima. Adolfo, lead guitar del grupo, también comparte buenas cosas de música en Facebook además de promocionar el trabajo de su banda.


Después llegaron los AMBR junto con Sport. Me sentí identificado con ellos por la edad, donde ninguno rebasa los 25 años. Eran, como pensé después, jóvenes en el proceso de convertirse en una banda colosal. En ese entonces ya lo eran y seguían chambeando como locos. De entre ellos destacaba una figura más experimentada: Jopo, guitarrista de Joliette. Estaba más alto de lo que yo pensaba. Fue una visita inesperada; Jopo no venía a echarse un palomazo, sino a vender merch de los chavos. Con él venía Dani, su novia que tatúa pokémons y flores con un estilo basado en el delineado. AMBR hizo como las demás bandas, se instaló al lado del templete y salieron a conocer la vista en la terraza. Ya era de noche. Además de Jopo, el Colectivo Arquero también instaló su merca para las bandas de Tlax. Yo seguía terminándome mi six de modelo y esperaba a que comenzara todo el relajo. La espera del soundcheck me pareció más solitaria sólo porque todos seguían en sus propios rollos. Salía constantemente a fumarme un cigarro a la terraza y miraba quiénes salían o entraban al bar. Algunas parejas se habían ido y otras recién habían llegado. Un chico y una chica se sentaron en otra mesa alta al lado de mí.


Alrededor de las 8:30-9:00 comenzó el evento. Los Monaguillos hicieron su prueba y de inmediato subieron a punkear. Tenían un estilo sucio. El barbón del bajo daba buena presencia en el templete; de vez en cuando saltaba y hacía buenos movimientos con su bajo amarillo. Él llevaba el ritmo de la actuación de la banda; agradecía la invitación y presentaba el nombre de las rolas. También destacaba el guitarrista, que también estaba chaparro como yo. Tenía su lira tapizada de estampas divertidas, simulando un mural surrealista. Cuando ellos estaban tocando casi nadie se paraba a slamear. Yo tampoco lo hice, seguía sentado y sólo movía mi cabeza. Intuyo que debía ser porque no muchos conocíamos a la banda. Como buen punk, el bajo y la guitarra con distorsión hacían buena dupla. Esto se reforzaba con una bataca agresiva y varios gritos agudos. A pesar de eso, creo es bueno decir que la ecualización no fue lo mejor dado el espacio del Golden, ya que el templete ya está asignado a una pequeña parte intermedia entre dos salones de buen tamaño; había muchos ecos y algunos instrumentos opacaban a otros. No obstante, era disfrutable en muchos sentidos, sobre todo en el ambiente que se creaba por las mismas bandas.


Después de ellos tocaba a AMBR salir a escena. El mismo método: soundcheck y a darle. Todo ello me parecía extraño. Conocía mejor a las bandas de fuera que las bandas de Tlax, y eso me hizo sentir raro, pero lo medité poco tiempo. Pensé para mí mismo que esos momentos eran buenos para conocer a la propuesta mexa en mi estado. Tampoco pensé mucho en ello porque se escucharon los bajos de Erick: AMBR ya sonaba magnífica. Estaba claro que estaban allí para promocionar su “Rompes/Quemas”; la mayoría de las canciones pertenecían a ese EP. Si algo es reconocible dentro de la estética de AMBR es la combinación de tapping, respectiva del math, y varios gritos potentes que ya vienen del post-hardcore. Entre Iván, el guitarrista y voz, y Erick se avientan buenas combinaciones. Mientras Iván es más melódico y moderado en su scream, Erick se deja llevar y toma la rienda de la euforia. Ni hablar de su bajo, que trae una compresión potente y certera. Unido a ellos, Sebas lleva el ritmo de las rolas con su otra guitarra. Iván sigue haciendo el tapping mientras Sebas se encarga de amarrar el sonido de las liras. Para terminar la ecuación se une Aldair en la batería. El vato está alto y crea una imagen muy curiosa mientras está tocando, como si un músico de jazz se apoderara de sus movimientos creando dicho efecto estético. De cualquier forma, disfruté cada rola que ejecutaron. Desde “Telosico” hasta la gran aparición de “Chico Maroma y Teatro”, los AMBR mostraron una energía totalmente devastadora. Esta vez tuve que levantarme y dejar caliente mi chela. Los chicos de la mesa de al lado también se levantaron y me puse a su lado. La propia gente repartida en todo el Golden se acercó a averiguar, si ese era el caso, de qué banda se trataba. Recuerdo que en ese momento mi cabello todavía no estaba tan largo y no podía hacer la medusa, movimiento que haría mucho después en otros eventos. De cualquier forma, hubo mucho frenesí. Algunos chicos del Colectivo Arquero también dejaron sus puestos en la merch para bailar un rato.


Como dije antes, éramos máximo 15 personas. Antes de agendar el evento en mitad de semana, miércoles, tuvieron que pensar en los asistentes. Aunque eran vacaciones de mitad de semestre no había mucha gente, pero la compañía era amena. Otros comensales se fueron acercando, así como los demás chicos del Colectivo Arquero. Entre todos armamos buena pachanga con los vatos del antiguo defeño y el show logró tener mucha energía.


Terminó el show de los AMBR y se sentaron los sillones del templete. Yo tenía cuatro chelas dentro de mí y tenía que liberar presión. Nunca he sido alguien especialmente aventado para hacer amigos, pero ya con la confianza en ánimos de la cerveza decidí hablar con alguno de la banda para invitarlos a grabar en Booster. Al primero que topé fue Iván, a quien le agradecí el show. Se veía contento. Fue con el que más hablé de la banda. Como buen gestor cultural, le hice la invitación para grabar o lo que se ofreciera, pero sobre todo también hablamos de la banda en general y las cosas que yo recordaba sobre su trayectoria. La conversación iba más referida a lo grande que se había convertido AMBR. Iván siempre estuvo con la disposición de contestarme y seguir platicando mientras guardaba su Fender Stratocaster blanca. Me trató como un buen amigo más que un aficionado, y eso me pareció admirable. Le entregué una de las tarjetas del estudio para eso del contacto y listo. Después de la plática me invitó a comprarle algo de merch, y fue así que me compré la mítica playera con el logo del perrito labrador.


Awful Traffic subió a escenario por aquellos momentos. La verdad es que no tenía intenciones de verlos en ese instante debido a la plática que tuve con Iván. Le seguí el paso y salí a fumarme otro cigarro. La noche era cálida y todos salimos con nuestra respectiva cerveza. En un punto, los demás AMBR estaban comiendo alitas en una palapa o miraban hacia el abismo de la terraza que da al Bancomer. Cuando me di cuenta, Jopo también salía. Le hablé como un niño emocionado; le conté de mi admiración por Joliette y él no dudó de ello: llevaba mi playera roja de la banda que tiene un árbol quemándose. Era buena analogía para escuchar el “Rompes/Quemas”, ahora que lo pienso. De ley tenía que tomarme una foto con Jopo. Él no se negó. Platicamos escasos cinco minutos y también se fue a comer alitas.


Mientras Awful Traffic tocaba yo seguía afuera. Dentro, los Arqueros estaban fascinados con la banda. Desde este punto de vista, lejano y acaso sobrio, hubiera estado muy bueno volver a escucharlos. Su último LP, “El viento predice el futuro” tiene una variedad de rolitas que es envidiable. Encontrando una base en un post-rock tranquilo, tan ligero que casi te hace flotar, la propuesta de la banda agarra impulso en los riffs pesados, llenos de una energía cimentada en la distorsión limpia y metódica. Awful Traffic es una buena banda, y es un gusto decir que salieron de estos lugares. Ahora viajan a otras partes de Latinoamérica consagrados como una de las bandas mexas de mejor calidad, y es un gran triunfo que merecemos celebrarles.


Por otro lado, los franceses hablaban en inglés y no quería desgastarme tratando de entenderles −me dio pena−, además seguían arreglando sus cosas para probar el sonido. Con AMBR sí traté de relacionarme por simple afecto creativo o simplemente porque me sentía igual de cabrón que ellos. Afuera también hablé con Sebas, quien me contó que tenía muchos años tocando en diferentes bandas con Erick, quien sorprendentemente era el más joven de todos con 17 años. Yo tenía 21 y estaba más que jodido en ese aspecto. Anteriormente tenía una banda con la que apenas pude tocar un par de ocasiones, y cómo disfruté de esos momentos. Envidiaba a Erick por tener tan buena suerte y tan buenos amigos. Después de eso, no recuerdo cómo empecé a hablar con Atari. Seguro tuvo algo que ver con Booster o cuestiones de ese tipo. Era tan buen pedo como todos los AMBR o Jopo. Siendo sinceros, gran parte de mis inspiraciones hacia la escena mexa tienen que ver por ciertas palabras que me dijo esa noche. Hablamos de muchas cosas. Quizás lo más breve fue la recapitulación de su experiencia como tour manager de AMBR y otras bandas. Sus viajes no sólo representaban un trabajo como tal, sino una oportunidad de ver el panorama de todo un movimiento que se ha ido gestando con las bandas jóvenes, y no tan jóvenes, de México. Desde momentos donde en verdad chambeaba haciendo gestión a otros donde solamente iba a echar desmadre, Atari parecía un conocedor de gran parte de la escena mexicana independiente. Y con justa razón. Al final terminamos hablando sobre el despegue de Point Decster, la chingonería de Johnny Pequeñín −que para ese entonces ya no existía−, la salida y constante reagrupación de Santi Muedano a Kumatora, los 30 segundos reglamentarios para ver si una rola te gusta en Spotify, la importancia de Bandcamp en todo este rollo de las bandas mexas, su playera de Mario Bros 3 y otras cosas. Atari inspiraba confianza y un alto grado de buena vibra. Me sentí bien cuando me dijo que tal vez podría armarla como gestor, ya que conocía el rumbo de las bandas mexicanas y tenía ciertas nociones de todo ello. Eso me dio muchos ánimos. Estaba tan buena la plática que nadie se acordó de ver la presentación de Sport. Los mismos AMBR confesaron que a lo largo de toda la gira sólo los habían visto una o dos veces. Entramos varios minutos para no quedar mal con la banda y después salimos todos a fumar. Mis cigarros de sabor no causaron gran impresión para los demás, pero era lo que teníamos y aceptaron gustosos mientras seguíamos diciendo mamadas. Iván también traía una playera de Joliette y eso nos causó gracia. Aldair llevaba puesta una de Point Decster.


A esta altura yo ya había terminado mi six pack y estaba atascándome una chela de barril de litro. La pareja de al lado también venía a ver a AMBR y se tomaron fotos con ellos. El chico me hizo la plática diciendo que si ya conocía a los vatos de la banda, porque me veían platicar como si fueran mis grandes amigos. Yo le dije que no y le ofrecí un cigarro. La chica me contó que había comprado su cassette del “Rompes/Quemas” y que venía sólo por ellos. Minutos después se fueron y Sport salía a la terraza, ya concluido su acto. Terminé mi tarro y pagué la cuenta. Para ese entonces la promoción del six había expirado.


Me fui a media noche. El evento había terminado y Sport seguiría de gira por otras fechas en México. Aún con las pocas canciones que vi, entre ellas “México City, 1968”, quedé enteramente satisfecho con esos franceses. Salí del Golden Rock tambaleándome. Las calles estaban vacías a excepción de algunos borrachos como yo. Me despedí como mejor pude de los AMBR: dándoles indicaciones sobre dónde ir a cenar. Una semana después recordé que todos nos tomamos una foto bien ebrios junto con Atari y los otros chicos. Siempre es bueno hacer nuevos amigos.



*PD a meses después: AMBR tiene nuevo EP y vale la pena escucharlo. "De Entropía" no decepciona y es justo escribirles una reseña... Pero esa es otra historia.












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